jueves, 17 de mayo de 2007

Putin en el mar Caspio y Cheney en el golfo Pérsico

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Putin en el mar Caspio y Cheney en el golfo Pérsico



Las dos superpotencias nucleares no ocultan que la carta geoestratégica del momento es el petróleo y la relucen mediante sus movimientos dramáticos en la "guerra energética global".
Dick Cheney, quien puede ser defenestrado por el Congreso, amenazó delirantemente a Irán desde el portaviones USS John Stennis en el golfo Pérsico, la primera región más rica de petróleo del planeta (65 por ciento de las reservas totales), con el fin de impedir la asunción nuclear persa y su "dominio regional", mientras Vlady Putin, uncido por Bajo la Lupa como el zar geoenergético global, "exhibía su musculatura en la región del mar Caspio", como titula el periódico libanés An-Nahar (11-05-07): la tercera región más importante de petróleo del planeta, según las mendaces estadísticas anglosajonas.
En realidad, el Golfo de México (con una superficie seis veces mayor al golfo Pérsico y cuatro veces mayor al mar Caspio) constituye la tercera reserva planetaria a pesar de los ignaros neoliberales "mexicanos", que buscan regalarlo al peor postor trasnacional.
An-Nahar asienta que la visita del zar ruso a su homólogo de Turkmenistán (potencia gasera centroasiática), Gurbanguly Berdymukhammedov, "desafía la influencia europea y estadunidense en la región del mar Caspio". A la visita de Putin se sumó el presidente de Kazajistán (potencia petrolera centroasiática), Nursultan Nazarbayev, con el propósito de construir un gasoducto común en las tres potencias geoenergéticas euroasiáticas.
La visita estratégica del zar ruso coincidió con la cumbre energética en Polonia, donde los europeos buscan construir un nuevo gasoducto que evite a Rusia.
Según la británica BP, Kazajistán posee 3.3 por ciento de las reservas mundiales de petróleo y Turkmenistán 1.6 por ciento de las de gas, cifras que hay que tomar con pinzas debido a la legendaria mendacidad de la trasnacional británica que acaba de sufrir extraños escándalos eróticos en su cúpula.
Rusia no solamente posee las primeras reservas de gas del planeta sino que, además, representa la encrucijada de travesía de gasoductos y oleoductos centroasiáticos construidos desde la etapa soviética.
Lo cierto es que el "nuevo gran juego" de la primera mitad del siglo xxi -como el literato británico Rudyard Kipling bautizó a la batalla entre Rusia y Gran Bretaña del siglo xix por el control de Asia Central y su salida a los mares calientes- se libra entre cinco potencias del mayor nivel para capturar sus enormes reservas energéticas: Estados Unidos, Europa, Rusia, China e India.
A diferencia de los ignaros neoliberales "mexicanos", quienes no entienden, por sus limitaciones consubstanciales, el significado geoestratégico trascendental del petróleo en la fase presente de transformación del nuevo orden mundial, los mandatarios de Turkmenistán y Kazajistán juegan a la geopolítica del petróleo en forma espléndida. ¿Están jugando Turkmenistán y Kazajistán al estatuto de "países-pivote" y a la pluralidad geopolítica con las cinco potencias nucleares que se pelean sus codiciados energéticos?
Porque tampoco se puede soslayar que Estados Unidos sea el principal inversionista en Kazajistán y que Turkmenistán haya invitado a la petrolera Chevron-Texaco a invertir en su ribera del mar Caspio apenas hace una semana.
En vísperas de la estratégica visita del zar geoenergético global a Turkmenistán, funcionarios rusos afirmaron que su país estaba dispuesto a competir con las "potencias internacionales" en la región del Caspio.
An-Nahar ilustra que para el zar ruso la "seguridad energética de sus exportaciones" se ha vuelto vital cuando Rusia depende del gas centroasiático relativamente barato para compensar el lento desarrollo de sus recursos, que si bien son pletóricos, todavía no están disponibles a los niveles deseados para surtir al mercado europeo.
Para Alexander Timoshik, quien entona sin tapujos el himno a la "guerra energética global", el "viaje de Putin a Asia demuestra a Occidente el poder energético ruso" (Pravda, 11-05-07). Pone de relieve que el presidente de Kazajistán tenía planeado asistir a la cumbre europea "antirrusa" de Polonia sobre energéticos y quien prefirió quedarse en la capital Astana para recibir al zar ruso, con quien concluyó tres acuerdos relevantes de cooperación en materia energética, dos catalogados de "escala global" que subsumen que los proyectos son tan importantes como los trayectos de los gasoductos y oleoductos: 1. creación de un centro de enriquecimiento de uranio con la materia prima de Kazajistán y la invaluable tecnología rusa; 2. construcción de un gasoducto trinacional Turkmenistán-Kazajistán-Rusia para conectarse a Europa, acordado en la capital Ashkabat (Turkmenistán), y 3. duplicación del volumen de exportación de 23 a 40 millones de toneladas al año del petróleo de Kazajistán (lo que disminuirá las exportaciones rusas) a Europa, pero mediante el oleoducto del trans-Caspio que atraviesa territorio ruso.
¿Atravesó Cheney el Rubicón del ataque nuclear contra Irán con la amenaza más directa y cercana que haya proferido hasta ahora?
La prensa estadunidense coloca las amenazas del vicepresidente (el verdadero poder tras el trono) en el umbral de una nueva guerra contra Irán, mientras Debka (12-05-07), presunto portavoz de los servicios secretos israelíes del Mossad, asevera que "Cheney alineó a sus aliados del Medio Oriente para la retirada estadunidense de Irak", así como para un "posible (sic) ataque contra Irán". Nótese que es "posible", pero no arguye que sea "probable".
Los coágulos en su pierna recientemente extirpados, ni sus previas operaciones cardiacas, ni su nominación en la lista del anillo de prostitución de "Madam" (sic) en Washington (WMR, 11-05-07) -escándalo esterilizado por los dóciles multimedia-, pueden frenar el delirio bélico de Cheney, quien no se cansa de arengar a sus deprimidos militares, sea en portaviones o en tierra (en Iraq y en Abu Dhabi).
Cheney usa el espantapájaros iraní con la finalidad de vender masivamente armas a los países árabes del golfo Pérsico, en especial, al muy escéptico y aséptico rey saudita Abdalá Bin Abdul Aziz, quien fustigó la "ocupación ilegal de EU en Irak" en la reciente cumbre árabe de Riad.
Nuestras fuentes medio-orientales excelsamente informadas, tanto árabes como persas, nos susurran que nadie (y nadie es nadie) tomó en serio las pueriles bravatas de Cheney, sino todo lo contrario: su amenaza marítima fue tomada como el aviso hermenéutico de una fuga nada graciosa cuando la retirada del derrotado ejército estadunidense de Irak pende del cronograma electoral y depende del Congreso, que no está dispuesto a tolerar más las fantasías bélicas del atribulado vicepresidente ni de sus aliados, los unilateralistas neoconservadores straussianos, vinculados al partido Likud de Israel.
Nuestras fuentes inigualables en Washington nos musitan que Estados Unidos e Irán están por negociar la nuclearización controlada del país persa según el "plan suizo" de un número razonablemente limitado de centrífugas.
Resultado final: Cheney pierde doble, en el golfo Pérsico y en el mar Caspio; mientras el zar geoenérgético global gana en ambas regiones.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Detrás de la nueva guerra fría de EU contra Rusia y China

Detrás de la nueva guerra fría de EU contra Rusia y China
Alfredo Jalife.

El pueril argumento de Estados Unidos sobre el despliegue de un sistema misilístico en Polonia y la República Checa, dizque para contrarrestar un ataque de los malditos Irán y Corea del Norte contra Europa, equivale a que los rusos coloquen el mismo arsenal en México para evitar un ataque "terrorista" de los pingüinos de la Antártida contra EU.
De Defensa (27/4/07) -centro de pensamiento estratégico-militar con sede en Bruselas- no concede importancia a la advertencia del retiro de Rusia del tratado de "moratoria de fuerzas convencionales en Europa" (CFE, por sus siglas en inglés), pero no deja de caracterizar desde el "punto de vista político" como un mensaje de "endurecimiento frente a EU" de parte del zar Putin, quien considera el despliegue misilístico en las fronteras rusas como una "amenaza" que obliga a tomar las medidas apropiadas.
Es conveniente agregar que no existe cohesión europea para apoyar el despliegue misilístico de EU y, según el rotativo británico The Guardian (26/4/07), el vicecanciller alemán Gernot Erler reveló que otros cinco países, además del suyo, "habían manifestado" durante una reunión reciente en la OTAN, tanto "su escepticismo" como sus "temores en resucitar una nueva guerra fría en suelo europeo".
A nuestro juicio, detrás del creciente deterioro de las relaciones de EU con Rusia y China se encuentra, además de todas las exacciones unilaterales de la otrora superpotencia unipolar, un artículo muy tóxico: "El ascenso de la primacía nuclear de EU", de Keir A. Lieber y Daryl G. Press, publicado por la influyente revista Foreign Affairs (marzo/abril, 2006), que enfadó a los estrategas rusos y valió una réplica mordaz en The Financial Times (28/3/06) del anterior primer ministro yeltsiniano, Yegor Timurovich Gaidar.
Ambos son profesores de ciencias políticas: Lieber, en la Universidad Notre Dame, y Press en la Universidad de Pensylvania; el primero es autor de La guerra y los ingenieros: la primacía (sic) de la política sobre la tecnología; el segundo escribió Calculando la credibilidad: cómo los líderes evalúan las amenazas militares.
Se nota la fijación de Keir A. Lieber por la "primacía" de todo género, mientras a Daryl G. Press le toca pontificar a los "líderes" de Rusia y China para que se rindan sin combatir al estilo del síndrome Ogarkov (ver Bajo la Lupa; 14/8/05; 6/11/05 y 14/2/07).
Tomamos literalmente el resumen de los autores en Foreign Affairs: "Durante cuatro décadas, las relaciones entre las mayores potencias nucleares han sido moldeadas por su vulnerabilidad común, una condición conocida como destrucción mutua asegurada (MAD, por sus siglas en inglés). Pero con el arsenal de EU creciendo rápidamente mientras Rusia declina y China permanece pequeña, la era del MAD está acabando, y la era de la primacía nuclear de EU ha comenzado". Pero esto no es lo importante que, a nuestro juicio, versa sobre el despliegue misilístico de defensa para implementar el objetivo de la "primacía nuclear" estadounidense.
Pretenden haber desarrollado un "modelo computacional" en el que demuestran la suficiente capacidad nuclear de EU para lanzar un ataque que garantiza borrar del mapa a Rusia y China sin correr el riesgo de sufrir un contrataque. Como que suena muy hollywoodense y rememora los desvaríos de la inexpugnable "línea Maginot" de la Primera Guerra Mundial que resultó de papel .
Definen "primacía nuclear o capacidad de propinar el primer golpe" como la "habilidad en destruir todas (sic) las fuerzas nucleares del adversario" y no ocultan que "EU busca ahora (sic) mantener su preminencia global", basada en la doctrina Bush de 2002 -que en realidad es la doctrina Wolfowitz, elaborada 10 años antes en su Guía de Política de Planeación. Va por la confesión: "La búsqueda de la primacía nuclear de Washington ayuda a explicar (¡súper sic!) su estrategia misilística de defensa (...) Aceptan la validez de los críticos, quienes señalan que el escudo nacional misilístico desplegado en Alaska y California sería fácilmente avasallado por una nube de ojivas y señuelos lanzados por Rusia o China (sic)". Sin embargo, los críticos se equivocan en concluir que sea "inservible". No se andan con rodeos y afirman que el sistema misilístico de defensa va dirigido a las "principales potencias nucleares" más que a los "estados canalla".
Viene la parte que perturbó a los rusos: "Si EU lanza un ataque nuclear contra Rusia (o China) quedaría con un minúsculo arsenal superviviente (sic) -si no es que con ninguno (sic). En este punto, inclusive un sistema misilístico de defensa relativamente modesto o ineficiente sería más que suficiente para proteger contra cualquier ataque de represalias, debido a que el enemigo devastado (sic) contaría con muy pocas ojivas o señuelos".
Por alguna razón los rusos mandaron al reformista neoliberal -que instaló el modelo del "mercado" capitalista con las intolerables "terapias de choque"-, Yegor Timurovich Gaidar, a replicar a los autores del Foreign Affairs de quienes en forma sarcástica se refiere de que en caso de equivocarse "no quedaría nadie para decírselos". Por cierto Gaidar, un académico muy laureado, sufrió a finales del año pasado un intento de envenenamiento en Irlanda que endosó a la cuenta de los "adversarios de Putin".
Como ex primer ministro yeltsiano conoce la capacidad nuclear de Rusia y se burla del "academicismo" y los "modelos" desarrollados de los autores del Foreign Affairs que tilda de "juego peligroso" y "proveen una explicación detallada para los líderes de Rusia y China sobre el propósito del sistema misilístico de defensa de EU", que, de la propia confesión de los autores, "no es para prevenir la amenaza de un ataque de las naciones canalla, sino para permitir que EU reduzca en forma dramática el riesgo de un contrataque de Rusia y China después de un ataque nuclear estadunidense".
Fustiga que un tema tan delicado haya sido expuesto en el Foreign Affairs, lo cual conlleva un "efecto explosivo", ya que representa la "postura oficial de EU. Da a entender que China, confinada en un silencio absoluto, comparte la misma postura que Rusia. Comenta que se trata de una "provocación" de EU, que llevará a una mayor cooperación nuclear entre Rusia y China, además del uso de los excedentes petroleros del Fondo de Estabilización para defenderse de un primer ataque de EU. La "planeación militar soviética se había basado en el concepto del revire del contrataque, cuando "ante una amenaza de un enemigo, seguiría un ataque nuclear soviético". Concluye que la "probabilidad del retorno de tal doctrina es mayor que nunca".
China no replicó al artículo humillante del Foreign Affairs, quizá porque está más preocupada con el "reporte Armitage-Nye" sobre la "Alianza de EU y Japón" para "enderezar (sic) a Asia en el 2020", publicado por el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales, con sede en Washington.
En todos los frentes los estrategas de EU, con sus honrosas excepciones, buscan la supremacía mundial, producto de la unipolaridad y su mentalidad unilateralista. Tal parece que no se ha enterado de su "catástrofe" en Irak, según la propia confesión de sus mejores militares. Como que no les asienta el incipiente nuevo orden multipolar.

Why Are We Baiting Putin?

Why Are We Baiting Putin?
by Patrick J. Buchanan

"(N)o legitimate interest is served when oil and gas become tools of intimidation or blackmail, either by supply management or attempt to monopolize transportation," thundered Vice President Cheney to the international pro-democracy conference in Vilnius, Lithuania.
"(N)o one can justify actions that undermine the territorial integrity of a neighbor, or interfere with democratic movements."
Cheney's remarks were directed straight at the Kremlin and President Vladimir Putin, who is to host the G-8 Conference in July.
Cheering Cheney on is John McCain, front-runner for the GOP nomination, who has urged President Bush to snub Putin by boycotting the G-8 summit. What the GOP is thus offering the nation right now is seven more years of in-your-face bellicosity in foreign policy.
What does McCain think we would accomplish – other than a new parading of our moral superiority – by so public an insult to Putin and Russia as a Bush boycott of the St. Petersburg summit? Do we not have enough trouble in this world, do we not have enough people hating us and Bush that we have to get into Putin's face and antagonize the largest nation on earth and a co-equal nuclear power? What is the purpose of this confrontation diplomacy? What does it accomplish?
Eisenhower and Nixon did not behave like this. Nor did Ford or Bush's father. Reagan called the Soviet Union an "evil empire" once. But the Soviet Union we confronted in those years was hostile. Until lately, today's Russia was not. Yet the Bush boys are in their pulpits, admonishing the world's sinners every day.
What is their beef with Putin's policy?
In January, Putin decided to stop piping subsidized gas to Kiev and start charging the market price. Reason: Ukraine's president, elected with the assistance of U.S. foundations and quasi-government agencies, said he was reorienting Kiev's foreign policy away from Russia and toward NATO and the United States.
If you are headed for NATO, Putin was saying to President Viktor Yushchenko[ABPD1] , you can forget the subsidized gas.
Now this is political hardball, but it is a game with which America is not altogether unfamiliar. When Castro reoriented his policy toward Moscow, Cuba's sugar allotment was terminated. U.S. diplomats went all over the world persuading nations not to buy from or sell to Cuba. Economic sanctions on Havana endure to today. We supported, over Reagan's veto, sanctions on South Africa. We have used sanctions as a stick and access to the U.S. market as a carrot since we became a nation. What, after all, was "Dollar Diplomacy" all about?
Cheney accuses Moscow of employing pipeline diplomacy – i.e., using its oil and gas pipelines to benefit some nations and cut out others. But the United States does the same thing, as it seeks to have the oil and gas of Central Asia transmitted to the West in pipelines that do not transit Iran or Russia.
"(N)o one can justify actions that undermine the territorial integrity of a neighbor," declared Cheney in Vilnius. How the vice president could deliver that line with a straight face escapes me.
Does Cheney not recall our "Captive Nations Resolutions," calling for the liberation of Estonia, Latvia and Lithuania, which, though free between the two world wars, had long belonged to the Russian empire? Does he not recall conservative support for the breakup of the Soviet Union? Does he not recall conservative support for the secession of Slovenia, Croatia and Bosnia, and more recently Kosovo, from a Serb-dominated Yugoslavia?
What concerns Cheney is Moscow's support for the secession of Abkhazia and South Ossetia from Georgia. Georgia's president was also elected with the aid of pro-democracy NGOs, mostly funded by Uncle Sam. All these color-coded revolutions in East Europe and Central Asia bear the label, Made in the U.S.A.
When Cheney says, "No one can justify actions that ... interfere with democratic movements," he is hauling water for Freedom House, headed by ex-CIA Director James Woolsey, and similar agencies, which Putin wants shut down or kicked out of Russia for interfering in her internal affairs.
We Americans consider the Monroe Doctrine – no foreign power is to come into our hemisphere – to be holy writ. Why, then, can we not understand why Russia might react angrily to our interference in her politics or the politics of former Russian republics?
The effect of U.S. expansion of NATO deep into Eastern Europe, U.S. interference in the politics of the former Soviet republics, and U.S. siting of military bases in the Balkans, Eastern Europe and Central Asia has been to unite Russia and China, and undo the diplomacy of several successive U.S. presidents.
How has this made us more secure?
If we don't want these people in our backyard, what are we doing in theirs? If we don't stop behaving like the British Empire, we will end up like the British Empire.
May 9, 2006
Patrick J. Buchanan [send him mail] is co-founder and editor of The American Conservative. He is also the author of seven books, including Where the Right Went Wrong, and A Republic Not An Empire.
Copyright © 2006 Creators Syndicate

Putin, los extranjeros y su "Guerra Fría"

Putin, los extranjeros y su "Guerra Fría"
Javier Farje BBC Mundo
Putin ha mantenido varias de las políticas de Yeltsin, pero con su propio estilo.
Cuando Vladimir Putin fue nombrado primer ministro en agosto de 1999 por el hoy fallecido Boris Yeltsin, la idea era continuar con las reformas políticas y de mercado que este había comenzado de forma traumática a partir del desmoronamiento de la Unión Soviética.
Putin, sin embargo, imprimió en su gestión un estilo propio que se parece muy poco al de su predecesor.
Por un lado, este antiguo agente de la temida KGB soviética ha mantenido la estructura económica creada por Yeltsin, pero ha impuesto un método y una retórica que parecen salidos de la época de la Guerra Fría.
El discurso de Putin ante el parlamento de su país, el último que pronuncia como jefe de estado, refleja esa dicotomía.
La Rusia del nuevo milenio es un país que se jacta de ser hoy la décima economía del mundo, con un estricto control de la prensa y la represión a una oposición que es pequeña pero que puede ser germinal, si es que logra atraer aquellos sectores sociales y políticos que no se atreven a levantar la voz.
Millonarios díscolos
La Rusia post soviética ha tenido problemas económicos, pero también ha dado millonarios como Roman Abramovich.
Algunos de los miembros de esa "nueva oligarquía" que se apoderó de los recursos del estado cuando estos fueron rematados al mejor postor, están en la cárcel o el exilio, simplemente por no conformarse con hacerse ricos y decidir que no les gustaba el estilo autoritario de gobierno de Putin. Por otro lado, el asesinato de periodistas o activistas críticos ha hecho que esa misma oposición vea la mano negra del Kremlin, algo que el gobierno niega de forma rotunda.
Cuando las reformas económicas de Yeltsin dieron como resultado el surgimiento de la corrupción y el crimen organizado y, por consiguiente, el resurgimiento de un partido comunista relativamente saludable, parecía que los seguidores del viejo régimen serían, como ha ocurrido en otros países de la antigua órbita soviética, una fuerza política con posibilidades de gobierno.
Este no es el caso en la Rusia de Putin, y esa oposición duramente reprimida en las últimas semanas, incluyendo el arresto de su dirigente más visible, el campeón de ajedrez Gary Kasparov, no tiene a Marx y Lenin como abanderados ideológicos, sino que exigen las mismas libertades por las que Boris Yeltsin se trepó a un tanque en ese lejano agosto de 1991.
Es cierto que el fallecido presidente usó esos mismos blindados para deshacerse de la oposición parlamentaria años después, pero nadie niega que la gestión de ese presidente dejó cierta estabilidad en Rusia.
Germen callejero
A pesar de su cercanía Yeltsin no se abstuvo de criticar el estilo de Putin.
El apoyo a Putin es amplio. Cuatro de cada cinco rusos siguen creyendo que la mano dura nacionalista de Putin es la correcta.
Es cierto también que, a pesar de los altos índices de pobreza que aún persisten como una resaca maligna de las apuradas reformas económicas de Yeltsin, esta se ha reducido.
¿A qué atribuir entonces la dureza de la represión a las manifestaciones de Moscú, dónde los efectivos de policía parecían superar en número a los que protestaban?
El portavoz de la policía moscovita, el coronel Valeri Gribakin dice que se trata de elementos importados de otras regiones y hasta de otros países. "Tenemos pruebas" dice Gribakín.
De alguna manera, las declaraciones del coronel se ven reflejadas en la retórica más bien macro política de Vladimir Putin. En su discurso ante la Duma, el presidente habló "un creciente flujo de dinero extranjero que es usado para interferir directamente en nuestros asuntos internos ".
Parece ser una forma de neutralizar a la creciente oposición, insinuando que se trata de un instrumento de Occidente, con el fin de apelar a los sentimientos fuertemente nacionalistas del ruso de a pie.
La durísima represión a las manifestaciones de las últimas semanas ha causado un cierto nivel de estupor no solo en algunas capitales occidentales, sino la misma Rusia.
Para la analista política Maria Lipman, del Centro Carnegie de Moscú, "se trata de un gobierno que cree, antes que nada, en el control y no va a tomar esto a la ligera.
Sobre todo después de la Revolución Naranja en Ucrania, por ejemplo, hay la sensación de que el activismo callejero se puede volver impredecible".
Misiles
En alguna ocasión, Boris Yeltsin criticó a Putin de usar métodos con tufo soviético para sostenerse en el poder.
Para algunos esto puede parecer exagerado, pero lo que sí es cierto es que la desconfianza militar y política entre la OTAN y Rusia ha hecho que se desempolven viejos resquemores que recuerdan a la Guerra Fría .
En su discurso ante el parlamento, Putin advirtió que su país no está dispuesto a poner en práctica un acuerdo de defensa con las potencias occidentales, en el marco de Tratado de Fuerzas Convencionales en Europa (CFE por sus siglas en inglés), inaugurado en los estertores del imperio soviético.
Como en los años de la Guerra Fría, Rusia se opone ahora a la instalación de un escudo de misiles y un sistema de intercepción en aquellos países que alguna vez fueron parte del hoy olvidado Pacto de Varsovia: Polonia y la República Checa.
"Cesaremos nuestros compromisos con el CFE" si es que no hay provecho en las negociaciones entre la Alianza Atlántica y Rusia, advierte Putin, ante los pedidos de calma de Condoleezza Rice, que califica los temores de Moscú de "ridículos".
Esta posición y las advertencias sobre la presunta interferencia extranjera (las organizaciones no gubernamentales, por ejemplo, tienen que registrarse e informar sobre su financiamiento y actividades, sobre todo si tienen origen extranjero) parecen ser parte del estilo de gobernar de Putin.
Plantear las críticas como una conspiración occidental funciona. Aunque ya no hay un muro que divida a Berlín ni dos alianzas militares que se cuidan las espaldas la una de la otra, la verdad es que la desconfianza sigue siendo, en el caso del actual mandatario, componente de la política del estado.
Y si esa oposición, liderada por un ajedrecista, se plantea como objetivo un jaque al rey, entonces Vladimir Putin tiene razones para preocuparse, y eso puede ser muy peligroso.

Razones del Kremlin

Razones del Kremlin
CARLOS TAIBO 08/04/2007

Algunas de las declaraciones más recientes del presidente ruso, Vladímir Putin, han hecho saltar las alarmas. Pocos se han preguntado, sin embargo, si Putin no lleva buena parte de razón cuando aprecia un genuino y nada amistoso cerco sobre[ABPD1] su país. Y es que parece como si quienes, con motivos, ven en el inquilino del Kremlin a un gobernante inquietantemente autoritario olvidasen a menudo que muchas de sus quejas con respecto a la conducta de algunos países occidentales están justificadas.
Hay un firme designio de la Casa Blanca de evitar que Moscú renazca de sus cenizas[ABPD2]
Convengamos, en cualquier caso, que los expertos no se ponen de acuerdo a la hora de determinar lo que ocurre. Recordemos, por ejemplo, que no faltan quienes aseveran que, luego de una etapa de colaboración de Rusia con EE UU tras los atentados de Nueva York y de Washington, en los últimos tiempos[ABPD3] habrían reaparecido los elementos de tensión y, acaso, de ruptura. A los ojos de otros estudiosos, en cambio, la periodificación invocada ocultaría que EE UU ha asumido desde años atrás un doble juego: mientras formalmente habría alentado una asociación estratégica con Rusia que habría dado al traste con cualquier vestigio de la guerra fría, en los hechos habría mantenido una política muy agresiva -ampliaciones de la OTAN, bases militares, cambios en el equilibrio nuclear, cuestionamiento de zonas de influencia- genéricamente encaminada a evitar cualquier horizonte de renacimiento de Rusia como potencia[ABPD4] .
Vayamos, en cualquier caso, por partes. Nadie pone en cuestión que en el otoño de 2001 Putin decidió proporcionar un caluroso apoyo a las medidas que, con el aparente objetivo de desactivar una amenaza terrorista, empezaba a hilvanar el presidente Bush en Afganistán[ABPD5] . Un balance somero del derrotero posterior de ese apoyo bien puede resumirse en dos datos. El primero subraya que Moscú pareció aceptar de buen grado el designio norteamericano de atraer hacia sí a Rusia, probablemente fundamentado en el subterráneo propósito de alejar al Kremlin de la Unión Europea y de cortocircuitar de esta suerte cualquier amago de gestación de una macropotencia euroasiática. Es verdad que en ese esfuerzo el razonable éxito de la Casa Blanca mucho le debió a la ausencia de un proyecto estratégico del lado de la UE y, más aún, a las insorteables secuelas de una[ABPD6] ampliación, la verificada por ésta en 2004, que colocó dentro de la Unión a un puñado de países que arrastraban una tensa relación con Moscú. El segundo de los datos subraya que desde 2001 hasta hoy Rusia ha esquivado la confrontación abierta con las potencias occidentales, y ello pese a que -no conviene olvidarlo-, a diferencia de lo ocurrido en el decenio de 1990, hoy el Kremlin no se halla atado de pies y manos de resultas de la dependencia financiera con respecto[ABPD7] al Fondo Monetario y al Banco Mundial. Obligado es recordar que cuando Rusia se ha sentido incómoda ante uno u otro movimiento estadounidense -así, la agresión en Irak de marzo de 2003-, llamativamente ha plegado velas en provecho de planteamientos tan moderados como pragmáticos.
Importa sobremanera subrayar que no ha merecido recompensa alguna lo que en unos casos fue un franco apoyo de Rusia a la política norteamericana y en otros un silencio connivente. EE UU no ha renunciado a un escudo antimisiles que, fanfarria retórica aparte, obedece al propósito de mermar la capacidad disuasoria de los arsenales nucleares rusos. Tampoco ha impuesto freno alguno a una nueva ampliación de la OTAN que ha beneficiado a tres repúblicas ex soviéticas[ABPD8] : las del Báltico. Nada ha hecho para desmantelar las bases, presuntamente provisionales, que perfiló en el Cáucaso y el Asia central al calor de la aventura afgana. No ha dudado en apoyar, con más de un fiasco, las llamadas revoluciones naranja, inequívocamente encaminadas a disputar a Rusia su zona de influencia. No parece, en fin, que haya dispensado a Moscú[ABPD9] , antes al contrario, ningún trato comercial de privilegio. Agreguemos que el silencio con que Washington obsequia, por lo demás, a la razzia putiniana en Chechenia -se hacía valer ya antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001- a duras penas puede considerarse un premio por la docilidad rusa más reciente.
Para dar cuenta de la conducta norteamericana, hay que descartar con firmeza cualquier sugerencia de que a Washington le preocupen el derrotero de los derechos humanos en Rusia o las presuntas restricciones que el Kremlin impone al despliegue de una economía de mercado. Más sensato parece cargar las tintas en otras explicaciones como las que identifican en la Casa Blanca una prepotencia, una codicia y una ceguera sin límites, y, más aún, un firme[ABPD10] designio de arrinconar a Moscú y evitar, como antes sugerimos, que renazca de sus cenizas. Recuérdese que aun en su estado de relativa postración, Rusia no es -no puede ser- una potencia regional más. La inercia de la historia reciente, la magnitud del territorio ruso -fronterizo al tiempo con la UE, con el Oriente Próximo, con el Asia central, con China, con Japón y con el norte del continente americano- y su enorme riqueza en materias primas aconsejan huir de cualquier intento orientado a rebajar el relieve planetario del país.
Si la política norteamericana es lamentablemente comprensible -no puede reconocérsele otra virtud-, difícil resulta engullir las muchas miserias que entre nosotros se vierten al respecto. No es sencillo entender, sin ir más lejos, por qué a principios de 2006 produjo tanta sorpresa la decisión de Moscú en el sentido de elevar los precios que Ucrania debía pagar por el gas ruso. Si aceptamos de buen grado, y parece razonable hacerlo, que Rusia abraza la misma miseria[ABPD11] que nuestros países, ¿hay algún ejemplo de gobierno occidental que conceda un trato de privilegio a un Estado que se entiende, con alguna razón, que ha emprendido un camino poco amistoso? ¿Cuándo se asumirá de buen grado, en paralelo, que la aplicación de normas similares a las ventas rusas de gas al fiel aliado bielorruso invita a recelar de las explicaciones que no aprecian en los arrebatos del Kremlin sino abruptas e impresentables presiones políticas?
Qué no decir, en fin, de la doble moral que ha tenido a bien retratar Stephen Cohen en un artículo recientemente publicado en The Nation: cuando la OTAN se amplía lo hace, al parecer, para encarar el terrorismo y generar estabilidad, en tanto cuando Rusia protesta lo que hay por detrás[ABPD12] no son sino los atavismos de la guerra fría. Mientras Washington promueve la democracia en el planeta, los movimientos de Rusia reflejan, en cambio, el ascendiente de un proyecto neoimperial. Ante tamañas simplificaciones, cada vez se antoja más urgente que asumamos que los desmanes internos de Putin, y algunos de los externos, no obligan a darle la razón a una política, la norteamericana, prepotente, mezquina e interesada[ABPD13]



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Containing Russia

Containing RussiaYuliya TymoshenkoFrom Foreign Affairs, May/June 2007
Article preview: first 500 of 4,794 words total.
Summary: Russia's imperial ambitions did not end with the fall of the Soviet Union. The Kremlin has returned to expansionism, trying to recapture great-power status at the expense of its neighbors, warns one of Ukraine's most prominent politicians. The United States and Europe must counter with a strong response -- one that keeps Russia in check without sparking a new Cold War.
Yuliya Tymoshenko is the leader of Ukraine's parliamentary opposition. From January to September 2005, she was Prime Minister of Ukraine.

THE SOURCES OF RUSSIAN CONDUCT
Sixty-one years ago, a telegram arrived at the State Department from the U.S. embassy in Moscow. Its purpose was to examine the sources of the conduct of the men who ruled in the Kremlin. Its impact was immediate. The "Long Telegram," penned by a young diplomat named George Kennan, became the basis for U.S. policy toward the Soviet Union for the next half century.
Although the Soviet Union is long gone, the West is once again groping to understand what motivates the leaders in the Kremlin. Many believe that the principles behind Kennan's[ABPD1] policy of "containment" are still applicable today -- and see a new Cold War, this time against Vladimir Putin's resurgent Russia, in the offing.
I do not believe that a new Cold War is under way or likely. Nevertheless, because Russia has indeed transformed itself since Putin became president in 2000, the problem of fitting Russia into the world's diplomatic and economic structures (particularly when it[ABPD2] comes to markets for energy) raises profound questions. Those questions are all the more vexing because Russia is usually judged on the basis of speculation about its intentions rather than on the basis of its actions.
In the aftermath of communism's collapse, it was assumed that Russia's imperial ambitions had vanished -- and that foreign policy toward Russia could be conducted as if former diplomatic considerations did not apply. Yet they must apply, for Russia straddles the world's geopolitical heartland and is heir to a remorseless imperial tradition. Encouraging economic and political reform -- the West's preferred means of engaging Russia since communism's end -- is of course an important foreign policy tool. But it cannot substitute for a serious effort to counter Russia's long-standing expansionism and its present desire to recapture its great-power status at the expense of its neighbors[ABPD3] .
THE RUSSIAN JANUS
Thanks to high energy prices, the chaotic conditions that prevailed across Russia in the early 1990s have given way to several years of 6.5 percent annual economic growth and[ABPD4] a trillion-dollar economy. Living standards have improved (although life expectancy has not), the middle class is growing and increasingly confident, and the stock market is booming. Russia possesses the third-largest hard-currency reserves in the world, and it is running a huge current account surplus and paying off the last of the debts it accumulated in the early 1990s. The rubble has been made fully convertible and may even be undervalued. Russian membership in the World Trade Organization (WTO) beckons. Ordinary Russians are grateful to Putin for the country's stability and economic growth, and they are proud that Russia appears to matter when great global issues are debated. No wonder, then, that Putin's popularity rating is around 70 percent -- a sustained achievement that any politician would envy.
Yet, for every step forward that Russia has taken over the course of Putin's second term, it has taken a step backward. Greater state control of the economy -- especially in the energy industry, where, according to the Organization for Economic Cooperation and Development (OECD), the state's share of oil production has doubled in three years -- has bred corruption and inefficiency[ABPD5] . Serious political opposition has been muzzled. Newspapers and television and radio stations have been shut down or taken over by the government and its allies. Kremlin cronies have replaced elected regional governors, and Russia's parliament, the Duma, has been emasculated as part of the Kremlin's drive to monopolize all state power[ABPD6] .
Russia's foreign policy has been equally troubling. Moscow has given Iran diplomatic protection for its nuclear ambitions, and Russian arms sales are promiscuous[ABPD7] . The Kremlin has consistently harassed neighboring countries; former Soviet nations, such as Georgia, have faced near economic strangulation. In February, Putin spoke favorably about creating a "gas OPEC[ABPD8] ."
None of this should be surprising, for Putin's aim has been unvarying from the start of his presidency: restore Russian greatness. Unlike Boris Yeltsin, who accepted dissent as a necessary part of democratic politics -- it was, after all, as a dissenter from Mikhail Gorbachev's rule that he gained the presidency of Russia -- Putin was determined from the outset to curtail political opposition as an essential step toward revitalizing centralized power[ABPD9] . Mikhail Khodorkovsky, of Yukos Oil, for example, is in prison for daring to challenge the Kremlin's authority and perhaps aspiring to succeed Putin. Order, power (including the power to divide the spoils of Russia's natural-resource wealth), and reviving Russia's international influence, not democracy or human rights, are what matter in today's Kremlin.
The backgrounds of the people who make up Putin's government have something to do with this orientation. A study of 1,016 leading figures in Putin's regime -- departmental heads of the president's administration, cabinet members, parliamentary deputies, heads of federal units, and heads of regional executive and legislative branches -- conducted by Olga Kryshtanovskaya, director of Moscow's Center for the Study of Elites, found that 26 percent at some point served in the KGB or one of its successor agencies. Kryshtanovskaya argues that a closer look at these biographies -- examining gaps in resumés, odd career paths, or service in KGB affiliates -- suggests that 78 percent of the top people in Putin's regime can be considered ex-KGB. (The significance of such findings should not be exaggerated: former secret police may hold many of Russia's highest offices, but Russia is not a police state[ABPD10] .)
Despite strong economic growth, Russia's domestic problems are awesome. In the long run, the country's systemic weaknesses may prove more disruptive to the world than its revived strength. Alcoholism and a collapsing health system are fueling a demographic catastrophe: the population has been shrinking by 700,000 annually for the past eight years despite the fact that the country's HIV/AIDS epidemic has not yet peaked. Male life expectancy is among the lowest in the world. Most demographers expect that Russia's population will shrink even more dramatically, perhaps to below 100 million people by the middle of the twenty-first century.
Russia's robust growth, moreover, is precarious, because it is based on high oil prices that seem unlikely to last and rising production that clearly cannot be sustained, owing to grossly inadequate investment[ABPD11] . Natural resources such as oil and gas are a mixed blessing for Russia, just as they are for other countries. High energy prices and raw material exports have allowed Russia to become the world's tenth-largest economy. Energy exports finance about 30 percent of the Kremlin's budget. But that figure is based on the assumption that oil will remain at $61 per barrel, which it has already fallen below. Aside from energy, Russian industrial exports primarily consist of armaments, with advanced aircraft accounting for more than half of sales. This lack of economic diversification leaves Russia vulnerable to any downturn in world oil and commodity prices.
Social inequality is vast and growing. Corruption, the OECD reports, is far higher today than it was under Yeltsin. State interference in business decision-making is at its highest level since the end of communism[ABPD12] . Moreover, without the rule of law, today's growing middle class will never acquire the confidence it needs to sustain a modern economy. Meanwhile, the insurgency in Chechnya has been met by the Kremlin's local strongman, whose minions openly terrorize, kidnap, and kill opponents. The North Caucasus is a tinderbox. The Russian army is riddled with graft, with officers selling conscripts into virtual slavery. And dangerous new forms of tuberculosis -- as well as of Islamist extremism among the 17 percent of the Russian population that is Muslim -- are being incubated through neglect.
Throughout the 1990s, it was fashionable to liken Russia to Weimar Germany -- a nation humiliated and shaken to its core by depression and hyperinflation that might fall under the spell of some reckless nationalist. But the defeated Germany of the 1920s was already a modern industrialized state, and the Nazi regime was only possible because it could seize the levers of such a state. These conditions did not exist in Yeltsin's Russia. Corruption and governmental chaos meant that Russia could not mount any sort of serious strategic challenge. But today's oil-fueled revival and the more disciplined government Putin has imposed may allow Russia to mount just such a challenge, particularly where world energy supplies are concerned.
After the Soviet Union's collapse, the West made the mistake of assuming that Russia's reduced status meant it was unnecessary to accord the Kremlin any special diplomatic consideration -- that Russia neither deserved nor should be offered a major role in world affairs. Accordingly, instead of drawing Russia into a network of dialogue and cooperation when it was weak -- and thereby helping it form habits that would carry on when Russia regained strength -- the West ignored Russia. This indifference caused Russia to regard the West's attempts to reassure eastern European countries about their security and place in the West as unfriendly acts, leading to today's problems. Had Russia been handled better in the 1990s -- had its sense of insecurity not been aggravated -- the country's tendency toward expansionism might well have been moderated[ABPD13] .
UKRAINE EXPOSED
Ukraine's national experience has taught its citizens to regard peace as fragile and fleeting, its roots too shallow to bear the strain of constant social and political upheaval. We Ukrainians accept the lessons of our history and work toward solutions that relieve the[ABPD14] sources of this strain, lest neglect allow war to overtake peace and authority to subvert freedom. This is why we see our future in the European Union: the goal of the EU is to confront instability and insecurity with a lasting structure of peace and prosperity in which all of Europe's nations and neighbors have a stake.
To ensure that Europe's structure of peace is secure in the former Soviet East, a clear understanding of the existing power dynamic is needed. Much like the periods following the treaties of Westphalia and Versailles, the aftermath of the Soviet Union's collapse features[ABPD15] a powerful country confronting a group of smaller and unprotected new states. Given the economic and institutional links that arose in the decades of Soviet misrule, Russia's influence in the region was bound to be strong. This is a fact of life that I, as a practicing politician in Ukraine, live with every day. It is a fact with which the EU must come to grips under the current German presidency, by beginning to negotiate a new EU-Russia treaty to replace the one[ABPD16] written at the nadir of Russia's power. In the coming months, German Chancellor Angela Merkel must answer the question of how Europe can forge a lasting and mutually beneficial relationship with the powerful new Russia that has emerged under Putin.
As a convinced European, I support Germany and the EU in this effort. Relations with Russia are too vital to the security and prosperity of all of us to be developed individually and ad hoc. If there[ABPD17] is one country toward which Europeans -- and, indeed, the entire West -- should share a common foreign policy, it is Russia. With high world energy prices allowing Russia to emerge from the trauma of its postcommunist transition, now is the time for a clear-sighted reckoning of European security in the face of Russia's renewed power. Relying on Russia's long-term systemic problems to curb its pressure tactics will not prevent the Kremlin from reestablishing its hegemony in the short run.
Moreover, now is a moment of maximum flexibility, because dependence on Russian energy supplies will only continue to grow. Indeed, a recent Center for Strategic and International Studies report estimates that Germany will depend on Russia for 80 percent of its gas imports -- compared with 44 percent today -- once the proposed trans-Baltic pipeline is completed. Unfortunately, political leaders usually have the least idea of what to do when the scope for action is greatest. [ABPD18] By the time they have a better idea, the moment for decisive and effective action may have passed. In the 1930s, for example, the French and British governments were too unsure of Hitler's objectives to act. But their obsession with Hitler's motives was utterly misguided. Realpolitik should have taught them that Germany's relations with its neighbors would be determined by relative power, not German intentions alone. A large and strong Germany bordered to the east by small and weak states would have been a threat no matter who ruled in Berlin. The Western powers should thus have spent less time assessing Hitler's motives and more time counterbalancing Germany's strength. Once Germany rearmed, Hitler's real intentions would be irrelevant. This was Winston Churchill's message throughout his "wilderness years." But instead of heeding Churchill, the British and the French continued to treat Hitler as a psychological problem, not a strategic danger -- until it was too late. What matters in diplomacy is power, not the state of mind of those who wield it.
For most of the past 15 years, the response to Russian actions by the United States and Europe has been driven by their perceptions of Russian reform. Western policy seems to be based on the premise that peaceful evolution can be ensured by democracy and by concentrating Russia's energies on developing a market economy[ABPD19] . Western diplomacy has thus seen its main task as strengthening Russian reform, with the experience of the Marshall Plan rather than the traditional considerations of foreign policy in mind.
But a far more important factor than reform is Russia's attempt to restore its preeminence in the territories it once controlled[ABPD20] . The Russia that emerged from the collapse of the Soviet Union on Christmas Day 1991 came with borders that reflect no historical precedent. Accordingly, Russia is devoting much of its energy to restoring political influence in, if not control of, its lost empire. Alongside this effort has come a shift of Russia's[ABPD21] focus eastward, making it a more active participant in the dynamic Asia created by China's rise.
In the name of peacekeeping in places such as Abkhazia, South Ossetia, and Trans-Dniestria (restive regions within former Soviet republics), Russia has sought to reestablish its tutelage, and the West has largely not objected. The West has done little to enable the Soviet Union's successor states -- with the exception of the Baltic nations of Estonia, Latvia, and Lithuania -- to achieve viable international standing. The activities of Russian troops in Belarus, Georgia, Moldova, Ukraine, and the former Soviet states of Central Asia are rarely questioned, let alone challenged. Moscow is treated as the de facto imperial center -- which is also how it conceives of itself[ABPD22] .
THE RUSSIA QUESTION
What can the West do to dissuade the Kremlin from pursuing Russia's age-old imperial designs? In the 1990s, an enfeebled Russia needed help from abroad. Unless oil prices unexpectedly collapse, no such leverage will be available in the near future. On the contrary, political pressure from outside is likely to aggravate rather than change Russian behavior. With the Kremlin once again firmly in control, Russia will change from within -- or not at all.
That is not to say, however, that the United States and the rest of the West can have no influence. Putin, like Russian leaders before him, is sensitive to outside criticism, as demonstrated by the Kremlin's paranoid[ABPD23] desire to curtail the activities of nongovernmental organizations within Russia, particularly those with foreign backing. Outsiders must be willing to criticize his misdeeds while trying to avert the emergence of a leader even more assertive than Putin. Maintaining this balance will be hard. Yeltsin was gifted at deflecting international skepticism about his rule by portraying himself as the last bastion against a communist revival; Putin also relies on promoting that type of better-the-devil-you-know thinking.
Western[ABPD24] leaders should speak out against any moves away from democracy, Putin's policy in Chechnya, and his use of energy to bully Russia's neighbors. (Many western European countries have been far too circumspect in their criticism and too anxious to make separate deals that will supposedly guarantee their national supplies of energy.) As the Russian presidential election in March 2008 approaches, the West must insist, beginning now, that amending the constitution to allow Putin to run again is unacceptable and could result in Russia's expulsion from the G-8 (the group of advanced industrialized nations[ABPD25] ). Western leaders should press for free and fair elections, even if the Kremlin's handpicked candidate is almost sure to win.
A realistic Russia policy would also recognize that even Yeltsin's reformist government stationed Russian troops in most former Soviet republics -- all members of the United Nations -- often against the express wishes of the host governments. These forces participated in several of these republics' civil wars, even as successive Russian foreign ministers have put forth the concept of a Russian monopoly on peacekeeping -- essentially Russian domination -- in what the Kremlin calls "the near abroad." Russia has legitimate security interests in its neighborhood. But Europe's peace and international stability require that these interests be satisfied without Russian military or economic pressure or unilateral intervention. For example, Russia must not be permitted to use Kosovo's gaining its independence from Serbia as a precedent for promoting secessionist movements in Abkhazia, Nagorno-Karabakh, South Ossetia, Trans-Dniestria, and, most important, Crimea, in an attempt to destabilize the national governments[ABPD26] . The short-term prospects for peace depend on whether Russian military forces can be induced to return home and stay there. Russia's relations with the Soviet successor states must be thought of as an international problem, subject to the accepted rules of foreign policy, rather than as solely Russia's problem, subject to unilateral decision-making that the West can hope to influence only by appealing to the Kremlin's goodwill.
The West must seek to create counterweights to Russia's expansionism and not place all its chips on Russian domestic reform. Such a policy would divide the risks of any possible energy blockade equally among all Europeans, rather than having governments make separate deals that leave others vulnerable to energy blackmail. Of course, not every European nation has the same interest in resisting any particular act of aggression, and so there will not always be agreement on when and how to oppose Russian assertiveness. Some nations may balk at taking action on issues they feel do not immediately concern them. But the principle of collective security, which has ensured Europe's peace and prosperity since 1945, must continue to be pursued. Merkel's proposal to create a "collective energy market," which she made during a summit with Poland's prime minister last November, is a good start toward building a pan-European energy security policy that includes Russia.
PIPELINE POLITICS
One key question is just how reliable the Russian energy supply really is. Despite having the world's largest gas reserves, Russia now faces a domestic shortage of gas. Gazprom, the country's dominant gas supplier (which, when it comes to foreign policy, doubles as an arm of the Kremlin), is not producing enough for an economy growing at more than six percent a year[ABPD27] . Production from Gazprom's three biggest gas fields, which account for three-quarters of its output, is in steep decline. The one large field that the company has brought on-stream since the end of the Soviet era is reaching its peak. Overall gas production is virtually flat.
According to the Institute of Energy Policy, in Moscow, Gazprom's capital investments in new gas production in the years 2000-2006 were one-quarter the size of its investments in other activities: media companies, banks, even chicken farms, as well as its downstream investments in western Europe's energy networks. Despite the enormous revenues to be gained from the new production of gas, Gazprom rarely attempts to find or produce more. As a result, it is unable to come up with enough gas to meet internal demand and its export obligations.
After more than ten years of delay, Gazprom has decided to develop a big field on the Yamal Peninsula -- a barren and barely accessible region in the Arctic. But the earliest that gas from Yamal will reach the market is 2011. Meanwhile, demand for gas -- from RAO Unified Energy System of Russia (UESR), Russia's electricity monopoly, as well as from expanding industrial companies and households -- is growing by about 2.2 percent annually, according to a recent report by the investment bank UBS. "The risk of supply crisis is real," the report noted, if growth in demand accelerates to 2.5 percent[ABPD28] .
The impending shortage means that Gazprom will not be able to increase gas supplies to Europe, at least in the short term -- something that European countries should be aware of and concerned about. This may explain why Gazprom abandoned its plan to send gas from the Shtokman field, in the Barents Sea, to the U.S. market as liquefied natural gas and diverted it to Europe instead. The decision, initially interpreted as a move intended to irk Washington, may actually have been a sign of desperation: sending Shtokman gas to Europe would free up Siberian output for domestic consumption.
The problem, of course, is not a lack of gas -- Russia has 16 percent of the world's total known reserves -- but Gazprom's investment strategy. Over the past few years, the company has spent vigorously on everything but developing its reserves. It has built a pipeline to Turkey, taken over an oil company, invested in UESR, tried to gain footholds in European distribution markets, and become Russia's biggest media company. All this was done in the name of creating and sustaining a "national energy champion." Yet investment in Gazprom's core business was grossly inadequate.
There is another problem facing Gazprom: the actual engineering costs of developing new gas fields in Russia[ABPD29] . In the Shtokman gas field and on the Yamal Peninsula, in particular, the engineering costs, including the cost of transporting the output to Europe, are twice as high as for new gas fields in North Africa and the Middle East. The international gas market is already beginning to recognize this, and, over the long term, it could be enormously dangerous for Russia. Indeed, Russia may actually be putting itself out of the gas business, because high engineering costs for new projects in Russia are signaling to the market that Russia and Gazprom lack the capacity to develop these fields. Western companies could come in and do the job, but given the Kremlin's recent usurpation of Shell's investments on Sakhalin Island, these companies would be remiss in their fiduciary duties if they undertook such investments.
The only way to avoid a crisis is to break Gazprom's monopoly on pipeline infrastructure and to license independent gas producers[ABPD30] . Independent producers already account for 20 percent of domestic gas sales in Russia and are boosting their output. Further gains would require market-based incentives. Europe can help by explicitly linking its acceptance of Russia's WTO membership to Russia's ratification of the Energy Charter and its attendant Transit Protocol, which would guarantee access to Russian pipelines for Gazprom's competitors[ABPD31] .
Any worthwhile energy security policy for Europe would also seek to loosen Gazprom's monopolistic grip on the pipelines. European competition policy, which has successfully brought companies as big as Microsoft into line, could -- if used skillfully -- also help turn Gazprom into a normal competitor[ABPD32] . Establishing an independent regulator, as Russian Economy Minister German Gref has suggested, would also be an important step toward splitting Gazprom into a pipeline operator and a production company. But Putin has vehemently rejected such a move. Thus, he now faces a choice between domestic gas shortages that threaten to slow economic growth and losing the Kremlin's "national energy champion."
Beyond tackling Gazprom's monopolistic power, a realistic energy policy for Europe would also seek to share the risks of any possible energy blockade equally among all Europeans, rather than allowing separate deals that leave others vulnerable to energy blackmail. Such a policy would need to incorporate a consensus that no country could reach a deal with Gazprom that undercuts EU plans to help construct pipelines from Central Asia that bypass Russia. Another counterweight could be built through trade. By extending the single market eastward to include Ukraine, the EU would shift the center of gravity for the region's trade relations. Today's negotiations over a "deep free trade agreement" between Ukraine and the EU need to lead, eventually, to an agreement that will give Ukraine candidate status for EU membership.
A NORMAL COUNTRY
The West should support Russia when it pushes for democracy and free markets but bolster the obstacles to its imperial ambitions[ABPD33] . Indeed, Russian reform will be strengthened if Russia is encouraged to concentrate -- for the first time in its history -- on developing its national territory, which sprawls over 11 time zones from St. Petersburg to Vladivostok, leaving no rational cause for claustrophobia.
It does Russia no good to be treated as if it were immune from the normal considerations of foreign policy; treating it so will only force Russia to pay a heavier price later on, by luring it into taking steps from which it cannot easily retreat. The West should not fear frank discussions about where its interests and Russia's converge and diverge. Western leaders should not hesitate to insist that signed agreements, such as those to withdraw troops now stationed in the countries of the former Soviet Union, be fully honored. Realistic dialogue will not unhinge the leaders in the Kremlin. They are smart and can readily grasp a policy based on mutual respect[ABPD34] . In fact, they are likely to understand such a calculus better than appeals to goodwill and friendship.
Two objectives must be kept in balance when dealing with Russia: influencing Russian attitudes and affecting Russian calculations. Russia should be welcomed in institutions and agreements that foster cooperation -- most important, Europe's Energy Charter and the Transit Protocol, with their reciprocal rights and responsibilities. But Russia's reform will be impeded, not helped, if the West turns a blind eye to its imperial pretensions. The independence of the republics that broke away from the Soviet Union, including Ukraine, must not be tacitly downgraded by the West's acquiescence to Russia's desire for hegemony[ABPD35] .
Ukraine can help Europe and the United States create a viable structure within which Russia can exist securely. Our destiny is to be neither a forgotten borderland nor a bridge between the so-called post-Soviet space of "managed democracy" and the real democracies of the West. By strengthening our independence, we can shape Europe's peace and unity as we roll back the crony capitalism and lawlessness that are now the norms of the post-Soviet world. During my premiership, we sought to achieve just that, working with Moldova and Romania to standardize the region's customs regimes and thereby crack down on criminal enterprises in the breakaway region of Trans-Dniestria (which is trying to secede from Moldova only because of Russian support).
We acted in concert with our neighbors because we know that self-determination does not mean isolation. Achieving national independence today means having a new status, not withdrawing from the world scene. New nations can build with their former occupiers the same kind of fruitful relationship that France now has with Germany -- a relationship founded on equality and mutual interests. That is the relationship I seek with Russia, and that is how Ukraine can help extend the zone of Europe's peace[ABPD36] .
The real test of statesmanship is the ability to protect one's country against unfavorable and unforeseen contingencies. The fatal flaw in Russia's current oil- and gas-powered assertiveness is that the leaders in the Kremlin have lost their sense of proportion. Today's budget surpluses have allowed them to overestimate the extent of Russia's economic renewal, and they seem to have forgotten that by bullying their immediate neighbors they are also sending shock waves across the entire West. Of course, the Kremlin leadership will find it hard to admit that the centralized system that it is re-creating lacks the capacity to spur initiative, that Russia, despite its vast natural resources, remains a very backward country. The subservience that the Kremlin demands is stifling the vitality and creativity that Russia needs if it is to grow for the long term, let alone sustain its place in the world.
Russia[ABPD37] will damage its own interests if it turns down serious U.S. and European offers to participate on an equal basis in the structures of European and Middle East security. Failure to cooperate sincerely on energy security would eventually isolate Russia in the face of serious strategic challenges to its south and east; it would deprive Russia of all but the crudest methods of influence.
Russia's leaders deserve understanding for their anguished struggle to overcome generations of Soviet misrule. They are not, however, entitled to being handed the sphere of influence that tsars and commissars coveted for 300 years. If the West, particularly Europe, is to ensure its economic prosperity and energy security, it must be ready to demand of Russia what Russia has so far been unwilling to provide. And if Russia is to become a serious partner for the West, it must be ready to accept the obligations of stability as well as its benefits.
Yuliya Tymoshenko is the leader of Ukraine's parliamentary opposition. From January to September 2005, she was Prime Minister of Ukraine.


http://www.foreignaffairs.org/20070501faessay86307/yuliya-tymoshenko/containing-russia.html

lunes, 7 de mayo de 2007

La pesadilla de EU: la resurrección de Rusia

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La pesadilla de EU: la resurrección de Rusia

La Organización de Países Exportadores de Petróleo y Rusia lucharán por mantener el precio del crudo Foto Reuters
El eje Rusia-China ha reaccionado con exitosos hechos tangibles en el tablero de ajedrez de la geoestrategia y ha aprovechado los estrepitosos errores del unilateralismo de la torturadora teocracia bushiana.
El geopolitólogo y economista Frederick William Engdahl, con excelentes contactos en la cúpula alemana, después de haber enunciado el "fin de la era del dólar" (ver Bajo la Lupa, 25/10/06), acaba de consagrar un extenso análisis al "surgimiento del gigante ruso" (Asia Times, 25/10/06).
Cita dos acontecimientos recientes, que destacan el "resurgimiento de Rusia como gran jugador del poder global": la cumbre de temas energéticos con la canciller alemana, Angela Merkel, y el "redireccionamiento del gas natural del yacimiento gigante Shtokman en el mar de Barents (proyecto de 20 mil millones de dólares); una semana después, Indonesia compró 12 modernos submarinos rusos".
La "nueva Rusia recupera su influencia mediante movimientos estratégicos, fincados en sus activos geopolíticos en energía (...) Los ejecuta de manera hábil, tomando ventaja de las locuras estratégicas y de los enormes errores políticos de Washington".
China, coloso económico , "no será capaz de emerger como verdadera potencia global independiente en la próxima década, si no resuelve dos vulnerabilidades estratégicas: su dependencia creciente a las importaciones energéticas para su crecimiento económico y su inhabilidad para asentar una disuasión nuclear creíble frente a un primer golpe de Estados Unidos".
"Rusia dispone de potencial de disuasión nuclear para contrarrestar el dominio unilateral estadunidense", mientras ha constituido un eje con China en el Grupo de Shanghai.
Rememora con lujo de detalle geopolítico todos los movimientos hostiles de los grupos petroleros de Estados Unidos bajo la férula del vicepresidente Dick Cheney, el verdadero poder, con el fin de "deconstruir" a Rusia y apoderarse de sus vastos recursos energéticos. Pero "de manera irónica la agresiva política exterior de Washington en la etapa del vicepresidente Dick Cheney y el secretario del Pentágono, Donald Rumsfeld, desde 2001 ha hecho más que nutrir en Eurasia la combinación estratégica más temida por los políticos realistas, como Henry Kissinger o Zbigniew Brzezinski, específicamente la cooperación económica y militar estratégica de largo plazo entre dos anteriores enemigos de la guerra fría: China y Rusia".
En términos de "nivel de vida, mortalidad y prosperidad económica, hoy Rusia no representa un poder de clase mundial. En términos de energía, es un coloso. En términos de superficie territorial, es aún el más grande del mundo. (...) Posee las mayores reservas de gas natural, fuente de energía que constituye el enfoque que juegan las principales potencias globales". Pese al "colapso de la URSS y el consecuente deterioro del sector militar ruso, es el único poder con capacidad militar que se apareja con Estados Unidos".
Aduce que con el precio del barril a 60 dólares puede empezar a extraer el crudo de las regiones remotas del Artico, lo cual delata, a nuestro juicio, que tanto la Organización de Países Exportadores de Petróleo como Rusia lucharán por conservar el precio en ese nivel, mientras las trasnacionales petroleras anglosajonas intentarán devaluarlo al máximo.
Revisa las tres rutas geográficas de exportación de petróleo y gas rusos que abastecen Europa occidental, China, Japón y el este asiático. Pone de relieve su extensa red de gasoductos pertenecientes al Estado: "quizá su más preciado activo después del petróleo y el gas. Aquí se encuentra el corazón de la nueva geopolítica del gas natural de Putin y el foco del conflicto con las compañías occidentales de petróleo y gas, así como con la Unión Europea".
Recapitula el proyecto del gasoducto noreuropeo que conecta los yacimientos rusos con Alemania a través del mar Báltico y evita el paso por Polonia, Letonia y Lituania. Hoy, "Rusia es de lejos el principal abastecedor de gas natural de Alemania", tercera potencia geoeconómica global. Los proyectos son a la medida del gigantismo ruso, y su gobierno anunció en fechas recientes la construcción del gasoducto que conecta el este de Siberia con el océano Pacífico, a un costo de 11 mil 500 millones de dólares, que abastecerá a China, Japón, la península coreana y el este asiático.
El zar Putin ha puesto en orden a las voraces y depredadoras trasnacionales petroleras anglosajonas que se pasaron de la raya, cuyos contratos leoninos se están tambaleando en Sakhalin I (Exxon-Mobil, cuyo abogado es el texano James Baker III, íntimo del nepotismo dinástico de los Bush) y en Sakhalin II (Shell). Putin busca recuperar el control de los recursos energéticos dilapidados por Yeltsin, lo cual forma parte de la "emergente estrategia energética rusa", que también ha incorporado a Turquía mediante el gasoducto "corriente azul", a un costo de 3 mil 200 millones de dólares, que alcanzará el mar Negro para abastecer el sur europeo y el oriente del mar Mediterráneo. En suma, "Rusia edifica nuevas alianzas económicas a lo largo de Eurasia para su próxima colisión contra Estados Unidos".
El éxito de Putin radicará en su capacidad de "defender su estrategia energética euroasiática" con una "disuasión militar creíble", frente a los planes de "supremacía nuclear estadunidense", eminentemente ofensiva, expuestos en un artículo revelador de Kier Lieber y Daryl Press (Foreign Affairs, marzo-abril/06): "Estados Unidos será capaz de destruir próximamente, de un primer golpe, los arsenales de largo alcance de Rusia o China". Lieber y Press abultan tanto el "declive precipitado del arsenal ruso", como el "paso glacial de la modernización de las fuerzas nucleares chinas", lo cual implica un "dramático giro en la correlación de fuerzas que favorecen las notables mejorías de Washington".
Nadie niega el "abrupto deterioro ruso desde el colapso de la URSS, pero Lieber y Press abusan de la fantasía y no toman en cuenta las recientes dotaciones del arsenal ruso. A juicio de Frederick William Engdahl, la "guerra contra el terror" y la expansión democrática del "gran Medio Oriente", que incluyen el proyecto de instalación de misiles en Polonia y la militarización del espacio sideral, encubren los verdaderos movimientos ofensivos estadunidense contra Rusia y China. No sin admitir la precariedad del ejército ruso, debido a dificultades económicas y financieras, sustenta que los "elementos de su resurrección como superpotencia militar todavía siguen vigentes", y realiza un inventario de su "estatuto militar de alta tecnología", que ha creado un "nuevo tipo de armas que fortalecen su disuasión nuclear" (su prioridad) y fomentan la exportaciones a entidades hostilizadas por Estados Unidos.
Rusia ha remontado la cuesta y gracias al petróleo y gas ha amasado más de 270 mil millones de dólares (quinto lugar mundial) en reservas, que sirven para apuntalar su industria militar.
La pesadilla que temía el geopolitólogo Mackinder se ha concretado gracias al efecto contrario que provocó el unilateralismo bushiano, el cual consiguió aliar a Rusia y China en el Grupo de Shanghai, pero más que nada a la "carta petrolera", en términos geopolíticos, que ha jugado magistralmente el Kremlin.
http://www.jornada.unam.mx/2006/10/29/020o1pol.php

Putin y la geopolítica de la nueva Guerra Fría

Putin y la geopolítica de la nueva Guerra Fría



21 de Marzo 2007





F. William Engdahl
Las palabras sin tapujos del presidente de Rusia, Vladimir Putin, a los participantes reunidos en la conferencia anual de seguridad Wehrkunde en Munich han desatado una tormenta de protestas con pretensiones de superioridad moral por parte de medios y políticos occidentales. Un visitante de otro planeta podría haber pensado que el presidente ruso había decidido abruptamente el lanzamiento de una provocativa política de confrontación con Occidente que recuerda la Guerra Fría entre 1943 y 1991. Sin embargo, los detalles del suceder en la OTAN y las políticas militares de USA desde 1991 son cualquier cosa excepto un “nuevo dèjà vu,” para parafrasear al legendario catcher de los New York Yankees, Togi Berra.Esta vez ya estamos metidos profundamente en una Nueva Guerra Fría, que literalmente amenaza el futuro de la vida en este planeta. La debacle en Iraq, o la perspectiva de un ataque preventivo nuclear de USA contra Irán son suficientemente espantosos. En comparación con lo que está en juego en la acumulación militar global de USA contra su más formidable rival global, Rusia, son amenazas que parecen relativamente pequeñas. Las políticas militares de USA desde el fin de la Unión Soviética y la emergencia de la República de Rusia en 1991 requieren un examen más cercano en este contexto. Sólo entonces tienen sentido las francas observaciones de Putin del 10 de febrero en la Conferencia de Seguridad de Munich.Debido a las informaciones engañosas publicadas en los medios occidentales sobre la mayor parte de las observaciones de Putin, vale la pena leerlas en su integridad en inglés (Abra: www.securityconference.de para la traducción completa en inglés).Putin habló en términos generales de la visión de Washington de un mundo ‘unipolar’ con ‘un centro de autoridad, un centro de fuerza, un centro de toma de decisiones, y lo llamó un ‘mundo en el que hay un solo amo, un solo soberano. Y a fin de cuentas esto es pernicioso no sólo para todos los que están dentro de ese sistema, sino para el propio soberano, porque lo destruye desde su interior.’Luego el presidente ruso llega al punto principal: ‘Hoy presenciamos un uso de la fuerza – fuerza militar – casi descontrolado en las relaciones internacionales, fuerza que está hundiendo al mundo en un abismo de conflictos permanentes. Como resultado, no tenemos suficiente fuerza para encontrar una solución exhaustiva para ninguno de esos conflictos. El encuentro de un arreglo político también se hace imposible.’Putin continuó diciendo: “Vemos un desdeño cada vez mayor por los principios básicos del derecho internacional. Y las normas legales independientes llegan, en realidad, cada vez más cerca a un sistema legal de un solo Estado. Un Estado y, por cierto, ante todo USA, ha sobrepasado de muchas maneras sus fronteras nacionales. Esto se deja ver en las políticas económicas, políticas, culturales y educacionales que impone a otras naciones. Bueno, ¿a quién le gusta algo semejante? ¿Quién está contento con algo semejante?’Estas palabras directas comenzaron a mencionar lo que preocupa al señor Putin en las políticas exterior y militar de USA desde el fin de la Guerra Fría hace unos 16 años. Pero más adelante en el texto explicita ante cuáles políticas militares reacciona. Es el sitio en el que su discurso vale una aclaración. Putin advierte contra el efecto desestabilizador de las ‘armas espaciales.’ – ‘es imposible avalar la aparición de armas de alta tecnología nuevas, de alta tecnología... una nueva área de confrontación, sobre todo en el espacio exterior. Las guerras estelares ya no son una fantasía – son una realidad... A juicio de Rusia, la militarización del espacio exterior podría tener consecuencias imprevisibles para la comunidad internacional, y provocar nada menos que el comienzo de una era [de carrera armamentista – f.w.e.] nuclear.’Luego pasa a declarar: ‘Los planes para expandir ciertos elementos del sistema de defensa antimisiles a Europa no puede dejar de inquietarnos. ¿Quién necesita el próximo paso de lo que sería, en este caso, una inevitable carrera armamentista?’¿A qué se refiere? Pocos saben que aunque afirma que lo hace para protegerse contra países como Corea del Norte, o tal vez algún día Irán, USA recientemente anunció que está construyendo masivas instalaciones de defensa contra misiles en Polonia y en la República Checa.¿Polonia? ¿Defensa contra misiles? ¿De qué estamos hablando?Defensa contra misiles y un primer ataque de USAEl 29 de enero el general de brigada de USA, Patrick J. O`Reilly, Director Adjunto de la Agencia de Defensa con Misiles del Pentágono, anunció planes de USA de desplegar elementos de defensa balística contra misiles en Europa en 2011, que según el Pentágono tienen el objetivo de proteger instalaciones USamericanas y de la OTAN contra amenazas enemigas provenientes de Oriente Próximo, no de Rusia. Después de las observaciones de Putin en Munich, el Departamento de Estado de USA publicó un comentario formal señalando que el gobierno de Bush se siente ‘intrigado por los repetidos comentarios cáusticos desde Moscú sobre el sistema previsto.’Vaya... Más vale que envíen de vuelta el comunicado de prensa a la Oficina de Propaganda Engañosa del Pentágono para que lo reescriban. De alguna manera la amenaza de misiles de Irán para las instalaciones de la OTAN en Polonia no suena convincente. ¿Por qué no pedir al antiguo miembro de la OTAN, Turquía, si USA puede colocar su escudo contra misiles en ese país, mucho más cerca de Irán? ¿O tal vez Kuwait? ¿O Israel?La política de USA desde 1999 ha exigido alguna forma de defensa activa contra misiles a pesar de la amenaza en la Guerra Fría por parte de los ICBM (misiles balísticos intercontinentales) soviéticos u otro lanzamiento de misiles. La Ley de Defensa Nacional de Misiles de 1999 (Ley Pública 106-38) así lo dice: “Es política de USA desplegar tan pronto como sea tecnológicamente posible un efectivo Sistema Nacional de Defensa de Misiles capaz de defender el territorio de USA contra un ataque limitado con misiles balísticos (sea accidental, no-autorizado o deliberado) con un financiamiento sujeto a la autorización anual de apropiaciones y la apropiación anual de fondos para la Defensa Nacional de Misiles.’ La defensa de misiles fue una de las obsesiones de Donald Rumsfeld como Secretario de Defensa.¿Por qué ahora?Lo que queda cada vez más claro, por lo menos en Moscú y en Beijing, es que Washington tiene una estrategia muchísimo más grandiosa tras sus acciones militares aparentemente irracionales y de un unilateralismo arbitrario.Para el Pentágono y los círculos dominantes de la política de USA, no importa de qué partido político, la Guerra Fría con Rusia nunca terminó. Sólo continuó en una forma disimulada. Ha sido el caso con los presidentes G.H.W. Bush, William Clinton y con George W. Bush. La defensa contra misiles sonó plausible cuando USA era vulnerable a un ataque por una pequeñísima banda de terroristas islámicos de gran dedicación capaces de apoderarse de un avión Boeing con cuchillas para cortar cartón. El único problema es que la defensa contra misiles no apunta a terroristas delincuentes como Al Qaeda de Bin Laden, o a Estados como Corea del Norte o Irán.La amenaza de un ataque nuclear devastador en el territorio de USA por parte de estos últimos es inexistente. La Armada de USA y la flota de bombarderos de la Fuerza Aérea están actualmente en plena preparación para bombardear, incluso atacar con bombas nucleares, a Irán hasta devolverlo a la edad de piedra, sólo por sospechas de que estaría tratando de desarrollar una tecnología independiente de armas nucleares. Estados como Irán no tienen la capacidad necesaria que hacer que USA quede indefenso, sin arriesgar una múltiple aniquilación nuclear.La defensa contra misiles apareció en los años ochenta cuando Ronald Reagan propuso el desarrollo de un sistema de satélites en el espacio y de bases de radar en todo el globo, de estaciones de escucha y misiles de intercepción, para controlar y derribar a misiles nucleares antes de que llegaran a su objetivo.Recibió el mote de Guerras Estelares de sus críticos, pero el Pentágono ha gastado oficialmente más de 130.000 millones de dólares en un sistema semejante desde 1983. George W. Bush lo aumentó considerablemente a comienzos de 2001, a 11.000 millones de dólares al año, el doble del nivel durante los años de Clinton. Y han presupuestado otros 53.000 millones de dólares durante los cinco años siguientes.La obsesión de Washington con la primacía nuclearLo que Washington no ha dicho, pero a lo que Putin aludió ahora en Munich, es que la defensa de misiles de USA no es para nada defensiva. Es ofensiva, y cómo.La posibilidad de suministrar a un Estado poderoso, que tiene la maquinaria militar más aterradora del mundo, un escudo para que se proteja contra un ataque limitado, apunta directamente a Rusia, la única otra potencia nuclear que tenga aproximadamente la capacidad de lanzar un contraataque nuclear verosímil.Si USA pudiera protegerse efectivamente contra una potencial reacción rusa a un primer ataque nuclear de USA, USA podría dictar simplemente a todo el mundo sus condiciones, no sólo a Rusia. Eso sería lo que los militares llaman Primacía Nuclear. Es el verdadero significado del poco usual discurso de Putin. No es paranoico. Es estrictamente realista.Desde el fin de la Guerra Fría en 1989, ahora ha quedado en claro que el gobierno de USA no dejó ni por un instante la busca de la Primacía Nuclear. Para Washington y las elites de USA, la Guerra Fría nunca tuvo fin. Sólo se olvidaron de decírnoslo.La busca del control global de los recursos de petróleo y energía, la busca del establecimiento de bases militares en toda Eurasia, su intento de modernizar y mejorar su flota submarina nuclear, su comando de bombarderos estratégicos B-52, todo tiene sentido sólo si es visto a través de la perspectiva de la inexorable búsqueda de la Primacía Nuclear de USA.El gobierno Bush abrogó unilateralmente el Tratado ABM USA-Rusia en diciembre de 2001. Es una carrera para completar una red global de defensa contra misiles como clave para la primacía nuclear de USA. Incluso con un escudo primitivo contra misiles, USA podría atacar los silos de misiles rusos y las flotas submarinas sin temor a represalias efectivas, ya que los pocos misiles nucleares rusos restantes no estarían en condiciones de lanzar una reacción suficientemente convincente para disuadir contra un primer ataque de USA.La capacidad de ambos lados durante la Guerra fría – el Pacto de Varsovia y la OTAN – de aniquilarse mutuamente los unos a los otros, condujo a un punto muerto nuclear apodado por los estrategas militares, MAD – [siglas en inglés de destrucción mutua asegurada]. Daba miedo, pero en un sentido extraño, era más estable que lo que tenemos en la actualidad, con una búsqueda unilateral de USA de la primacía nuclear. La perspectiva de una aniquilación nuclear mutua sin decisivas ventajas para ninguno de los lados, condujo a un mundo en el que una guerra nuclear había sido ‘impensable’.Ahora, USA busca la posibilidad de una guerra nuclear ‘pensable.’ Es una locura total.La primera nación con un escudo nuclear de misiles tendría de facto la ‘capacidad de primer ataque.’ Con razón, el teniente coronel Robert Bowman, director del programa de defensa de misiles de la Fuerza Aérea de USA, llamó reciente la defensa contra misiles, “el eslabón faltante para un primer ataque.’Más alarmante es el hecho de que nadie aparte de un puñado de planificadores del Pentágono o de altos funcionarios de la inteligencia en Washington discute las implicaciones de la búsqueda por Washington de defensa contra misiles en Polonia, la República Checa o su impulso hacia la primacía nuclear.Trae a la memoria “Reconstruyendo las Defensas de USA,” el informe de septiembre de 2000 del belicista Proyecto para un Nuevo Siglo USamericano, del que eran miembros Dick Cheney y Don Rumsfeld. En él declararon: “USA debe desarrollar y desplegar defensas de misiles globales para defender la patria USamericana y a los aliados de USA, y para suministrar una base segura para la proyección del poder de USA en todo el mundo.’Antes de llegar a ser Secretario de Defensa de Bush en enero de 2001, Rumsfeld encabezó una Comisión Presidencial propugnando el desarrollo de la defensa contra misiles para USA.Tan ansioso estaba el gobierno de Bush-Cheney de hacer progresar sus planes de defensa de misiles, que el presidente y el Secretario de Defensa ordenaron que se dejaran de lado los requerimientos operativos usuales esenciales para determinar si el altamente complejo sistema de sistemas era efectivo.El programa de defensa de misiles de Rumsfeld encuentra una fuerte oposición dentro del comando militar. El 26 de marzo de 2004, no menos de 49 generales y almirantes de USA firmaron una Carta Abierta al presidente, llamando a que se postergara la defensa contra misiles.Como señalaron: ‘La tecnología de USA, ya desplegada, puede identificar la fuente de un lanzamiento de un misil balístico. Es, por lo tanto, altamente improbable que algún Estado se atreva a atacar a USA o permita que un terrorista lo haga desde su territorio con un misil armado con un arma de destrucción masiva, arriesgando así la aniquilación por un devastador ataque de represalias de USA.’Los 49 generales y almirantes, incluyendo al almirante William J. Crowe, ex presidente del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas siguió exponiendo al presidente que: ‘Como usted ha dicho, señor presidente, nuestra principal prioridad es impedir que terroristas adquieran y empleen armas de destrucción masiva. Estamos de acuerdo. Por ello recomendamos, como el camino responsable desde el punto de vista militar, que usted postergue el despliegue operacional del caro y no-probado sistema GMD [siglas en inglés para Defensa con Misiles basada en Tierra) y transfiera los fondos con él asociados a programas acelerados para asegurar la multitud de instalaciones que contienen armas y materiales nucleares, y para proteger nuestros puertos y fronteras contra terroristas que puedan intentar el contrabando de armas de destrucción masiva a USA.’Lo que no dijeron los experimentados veteranos militares fue que Rumsfeld, Cheney, Bush y compañía tenían una orden del día bastante diferente que amenazas terroristas de delincuentes. Buscaban el Dominio de Pleno Espectro, el Nuevo Orden Mundial, y la eliminación de una vez por todas de Rusia como rival potencial por el poder.El apuro por desplegar un escudo de defensa contra misiles no apunta obviamente a Corea del Norte o a ataques terroristas. Apunta a Rusia y, mucho menos, a las capacidades nucleares mucho más pequeñas de China. Como los 49 generales y almirantes señalaran en su carta al presidente en 2004, USA ya tenía más que suficientes ojivas nucleares para atacar mil búnkeres o cuevas de un Estado delincuente potencial. Kier Lieber y Daryl Press, dos analistas militares USamericanos, escribieron en marzo de 2006 en la influyente Foreign Affairs del Consejo de Relaciones Exteriores de Nueva York: ‘Si la modernización nuclear de USA apuntara realmente a Estados delincuentes o terroristas, la fuerza nuclear del país no necesitaría las mil ojivas perforadoras del suelo adicionales que obtendrá del programa de modernización W-76. La fuerza nuclear actual y futura de USA, en otras palabras, parece diseñada a realizar un ataque desarmador preventivo contra Rusia o China.’Refiriéndose a los agresivos nuevos planes de despliegue para la defensa de misiles, Lieber y Press agregan: ‘el tipo de defensas de misiles que USA podría plausiblemente desplegar sería valioso en primer lugar en un contexto ofensivo, no defensivo – como un complemento para una capacidad de Primer Ataque de USA, no como un escudo independiente. Si USA lanzara un ataque nuclear contra Rusia (o China), el país atacado se quedaría con un ínfimo arsenal sobreviviente – si queda alguno. En esa situación, incluso un sistema de defensa de misiles relativamente modesto o ineficiente podría perfectamente bastar para proteger contra todo ataque de represalias...’Ésta es la verdadera orden del día del Gran Juego Eurasiático de Washington. Naturalmente, declarar algo semejante abiertamente haría correr el riesgo de revelar la estrategia de Washington antes de haber apretado irreversible el dogal alrededor del cuello metafórico de Moscú. Por lo tanto el Departamento de Estado y el Secretario de Defensa Gates tratan de hacer chistes sobre las recientes observaciones rusas, como si fueran desvaríos paranoicos de Putin.Todo este programa USamericano de modernización de la defensa de misiles y del Primer Ataque nuclear es suficientemente espeluznante como idea en sí. Bajo el gobierno de Bush, se ha convertido en operacional y aerotransportado, recordando los días peligrosos de la Guerra Fría, en los que flotas de bombarderos B-52 con armas nucleares, y submarinos Trident con misiles nucleares en alerta permanente las veinticuatro horas del día, un guión de horror nuclear.El Conplan 8022 del Pentágono: Ataque GlobalLa marcha hacia una posible catástrofe nuclear intencional o por cálculo erróneo, como consecuencia de la audaz nueva política de Washington, alcanzó una nueva gravedad significativa en junio de 2004, sólo semanas después de que 49 generales y almirantes tomaran el paso extremadamente atípico de escribir a su presidente.En junio de ese año, el Secretario de Defensa, Rumsfeld, aprobó una orden de Alto Secreto para las Fuerzas Armadas de USA para que implementaran algo llamado Conplan 8022, ‘que provee al presidente una rápida capacidad de ataque global.’El término, Conplan, es la abreviatura del Pentágono para Plan de Contingencia. ¿Para qué ‘contingencias’ se preparan los planificadores del Pentágono? ¿Un ataque preventivo convencional contra la minúscula Corea del Norte o incluso Irán? ¿O un ataque nuclear preventivo de intensidad total contra la última formidable potencia nuclear que no está bajo la dominación del Dominio de Espectro Pleno de USA – Rusia?Las dos palabras, ‘ataque global,’ también son notables. Este Pentágono-speak para describir un ataque preventivo específico que, por primera vez desde los primeros días de la Guerra Fría, incluye una opción nuclear, contrariamente a la noción militar tradicional de USA de que las armas nucleares se utilizan sólo en la defensa para disuadir contra ataques.Conplan 8022, como algunos han señalado, es diferente de planes de guerra tradicionales del Pentágono que han sido esencialmente reacciones defensivas ante una invasión o ataque.En concierto con la agresiva Doctrina preventiva Bush de 2002, el nuevo Conplan 8022 de Bush es ofensivo. Podría ser desencadenado por la simple ‘percepción’ de una amenaza inminente, y realizado por orden presidencial, sin el Congreso.En vista de los detalles sobre ‘percepciones’ falsas o falsificadas en el Pentágono y en la Oficina del vicepresidente sobre la amenaza de armas de destrucción masiva de Iraq en 2003, el nuevo Conplan 8022 sugiere que un presidente de USA podría ordenar el disparo de misiles contra toda y cualquier amenaza percibida o incluso contra una amenaza potencial, no probada.Como reacción a la orden de junio de 2004 de Rumsfeld, el general Richard Myers, en aquel entonces jefe del Estado Mayor Conjunto, firmó la orden para hacer operacional Conplan 8022. Bombarderos con capacidad nuclear seleccionados, misiles balísticos intercontinentales, submarinos nucleares con misiles balísticos (SSBN), y unidades de ‘guerra de información’ (sic) han sido desplegados contra objetivos no identificados de alto valor en países ‘adversarios.’¿Era Irán un país adversario, aunque nunca había atacado a USA? ¿Lo era Corea del Norte aunque nunca en cinco décadas había lanzado un ataque directo contra Corea del Sur, para qué hablar de algún otro? ¿Es China un ‘adversario’ simplemente porque se está convirtiendo en demasiado influyente desde el punto de vista económico?¿Es Rusia ahora un adversario porque se niega a abdicar y a aceptar ser convertida en lo que Brzezinski llama un Estado ‘vasallo’ del Imperio USamericano?Como no ha habido ningún debate abierto dentro de USA sobre Conplan 8022, no ha habido virtualmente ninguna discusión sobre alguna de esas preguntas potencialmente cargadas de peligro nuclear.Lo que estremece en la orden de Rumsfeld de junio de 2004 a un mundo que había esperado verdaderamente que los hongos nucleares se hubieran convertido en una amenaza del pasado es que Conplan contiene un importante componente de ataque nuclear.Es verdad que la cantidad general de armas nucleares en el arsenal militar de USA ha estado disminuyendo desde el fin de la Guerra Fría. Pero no, parece, porque USA esté orientando al mundo a apartarse del borde de una guerra nuclear por error de cálculo. La nueva expansión de la defensa de misiles a Polonia y a la República Checa se entiende mejor desde el ángulo de la remarcable expansión de la OTAN desde 1991. Como señalara Putin: ‘la OTAN ha puesto sus fuerzas de primera línea en nuestras fronteras... pienso que es obvio que la expansión de la OTAN no tiene ninguna relación con la modernización de la Alianza propiamente tal o con la garantía de la seguridad en Europa. Al contrario, representa una seria provocación que reduce el nivel de la confianza mutua. Y tenemos el derecho de preguntar: ¿contra quién proponen esta expansión? ¿Y que pasó con las garantías que nuestros socios occidentales dieron después de la disolución del Pacto de Varsovia?’Bases de USA rodean a RusiaComo señalara recientemente un experto estratega y militar ruso, Yevgeny Primakov, cercano asesor de Putin, la OTAN fue ‘fundada durante la era de la Guerra Fría como una organización regional para garantizar la seguridad de los aliados de USA en Europa.’ Agrega que: ‘Actualmente la OTAN actúa sobre la base de una filosofía y doctrina completamente diferentes, actuando fuera del continente europeo y realizando operaciones militares mucho más allá de sus fronteras. La OTAN... se expande rápidamente en contravención de acuerdos anteriores. La admisión de nuevos miembros a la OTAN está llevando a la expansión de bases que albergan sistemas militares de USA, defensas aéreas, así como componentes de defensa contra misiles balísticos.’En la actualidad, los Estados miembro de la OTAN incluyen no sólo el núcleo de la Guerra Fría, en Europa Occidental, comandado por un USamericano. La OTAN incluye también a antiguos Estados del Pacto de Varsovia o de la Unión Soviética, como Polonia, Latvia, la República Checa, Estonia, Lituania, Rumana, Bulgaria, Hungría, Eslovaquia y Eslovenia, de la antigua Yugoslavia. Los candidatos a unirse incluyen a la República de Georgia, Croacia, Albania y Macedonia. El presidente de Ucrania, Victor Yushchenko, ha tratado agresivamente de llevar a Ucrania a la OTAN. Esto constituye un claro mensaje a Moscú, y no sorprende que no lo reciba con los brazos abiertos.También han sido formadas nuevas estructuras de la OTAN y se han abolido otras antiguas. La Fuerza de Reacción de la OTAN (NRF, por sus siglas en ingles) fue lanzada en la Cumbre de Praga de 2002. En 2003, justo después de la caída de Bagdad, comenzó una importante reestructuración de los comandos militares de la OTAN. Fue abolido el Cuartel del Comandante Supremo Aliado, Atlántico. Un nuevo comando, Comando de Transformación de la Alianza (ACT, por sus siglas en inglés), fue establecido en Norfolk, Virginia. ACT es responsable de impulsar la ‘transformación’ en la OTAN.Al llegar el año 2007 Washington había firmado un acuerdo con Japón para cooperar en el desarrollo de defensa de misiles. Estaba profundamente involucrado con Israel en el ensayo de un sistema de defensa de misiles. Ahora ha ampliado su Defensa de Misiles Europea a Polonia, país en el que el ministro de defensa es un amigo cercano y aliado de los halcones belicistas neoconservadores del Pentágono, y a la República Checa. La OTAN ha decidido colocar en la vía rápida el tema de las proposiciones de Ucrania y de la República de Georgia para la membresía en la OTAN. El Oriente Próximo, a pesar de la debacle en Iraq, está siendo militarizado con una red permanente de bases de USA desde Qatar a Iraq y más allá.El 15 de febrero, el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de USA aprobó un borrador de, un proyecto de nombre orwelliano, la Ley de Consolidación de la Libertad de la OTAN de 2007, reafirmando el respaldo de USA para la ampliación ulterior de la OTAN, incluyendo el apoyo para que Ucrania se una, junto con Georgia.Desde el punto de vista ruso, la expansión hacia el este de la OTAN desde el fin de la Guerra Fría ha constituido una ruptura evidente de un acuerdo entre el dirigente soviético de esos días, Mikhail Gorbachev y el presidente de USA George H.W. Bush, que incluía la unificación pacífica de Alemania. La política de expansión de la OTAN es vista como una continuación del intento de la Guerra Fría de rodear y aislar a Rusia.¿Nuevas bases para proteger a la ‘democracia?Una consecuencia de la política de Washington desde el bombardeo de Serbia en 1999 que ha pasado casi desapercibida, ha sido el establecimiento de una extraordinaria red de nuevas bases militares de USA, en partes del mundo donde parecen poco justificadas como una precaución defensiva de USA, considerando la amenaza y los inmensos gastos para el contribuyente, para no hablar de otros compromisos militares globales.En junio de 1999, después del bombardeo de Yugoslavia, las fuerzas de USA comenzaron la construcción de Camp Bondsteel, en la frontera entre Kosovo y Macedonia. Fue la chaveta en lo que sería una nueva red global de bases de USA.Bondsteel colocó el poder aéreo de USA dentro de una fácil distancia para ataques en Oriente Próximo y el Mar Caspio, ricos en petróleo, así como en Rusia. En la época, Camp Bondsteel era la mayor base militar de USA construida desde la Guerra de Vietnam, con casi 7.000 soldados. La base había sido construida por la mayor compañía de construcción militar de USA, KBR de Halliburton. El jefe de Halliburton en la época era Dick Cheney.Antes del comienzo del bombardeo de la OTAN en Yugoslavia en 1999, el Washington Post señaló con toda naturalidad: ‘Con la creciente fragilidad en Oriente Próximo, necesitaremos bases y derechos de sobrevuelo en los Balcanes para proteger el petróleo del Mar Caspio.’Camp Bondsteel fue la primera de una vasta cadena de bases de USA que fueron construidas durante esta década. Las fuerzas armadas de USA siguieron construyendo bases militares en Hungría, Bosnia, Albania y Macedonia, además de Camp Bondsteel en Kosovo, que entonces seguía siendo parte de Yugoslavia.Una de las bases de USA más importantes y menos mencionadas estaba en Bulgaria, un antiguo satélite soviético y ahora nuevo miembro de la OTAN. En un conflicto – y en Pentágono-speak hay sólo ‘conflictos,’ ya no son guerras, que involucrara aspectos que requirieran que el Congreso las declarara oficialmente, los militares utilizarían Bezmer para ‘aumentar’ hombres y material hacia las líneas del frente. ¿Dónde? ¿En Rusia?USA ha estado construyendo sus bases en Afganistán. Ha construido tres importantes bases de USA desde su ocupación de Afganistán en el invierno de 2001, en Bagram Air Field al norte de Kabul, el principal centro logístico militar de USA; Kandahar Air Field, en el sur de Afganistán y Shindand Air Field en la provincia occidental de Herat. Shindand, la mayor base de USA en Afganistán, fue construida a unos 100 kilómetros de la frontera con Irán.Afganistán había sido históricamente el corazón del Gran Juego Británico-Ruso: la lucha por el control de Asia Central durante los siglos XIX y comienzos del XX. La estrategia británica era impedir a todo precio que Rusia controlara Afganistán y con ello obtuviera un puerto de agua caliente para su armada y amenazara la joya de la corona imperial británica: India.Afganistán es visto también por los planificadores como de alta importancia estratégica. Es una plataforma desde la cual los militares de USA podrían amenazar directamente a Rusia y China así como a Irán y a otros del Oriente Próximo rico en petróleo. Poco ha cambiado al respecto en más de un siglo de guerras.Afganistán es un sitio extremadamente vital, que está a horcajadas sobre Asia meridional, Asia Central y Oriente Próximo. Afganistán también se halla a lo largo de una ruta propuesta para un oleoducto desde los campos petrolíferos del Mar Caspio al Océano Índico, donde la compañía petrolera USamericana, Unocal, participó en negociaciones, junto con la Halliburton de Cheney y Enron, para obtener derechos exclusivos al gasoducto para llevar gas natural de Turkmenistán por Afganistán y Pakistán a la inmensa planta eléctrica de gas natural de Enron en Dabhol cerca de Mumbai.Al mismo tiempo, el Pentágono llegó a un acuerdo con el gobierno de Kirguistán en Asia Central, para construir allí una base estratégicamente importante, Manas Air Base en el aeropuerto internacional de Bishkek. Manas no sólo está cerca de Afganistán; también está a una fácil distancia del petróleo y el gas del Mar Caspio, así como de las fronteras tanto de China como de Rusia.Como parte del precio de su aceptación como aliado de USA en la Guerra contra el Terror en lugar de ser su enemigo, Washington impuso un acuerdo con el dictador militar de Pakistán, general Pervez Musharraf, que permite que el aeropuerto de Jacobabad, a unos 400 Km. al norte de Karachi, sea utilizado por la Fuerza Aérea de USA y por la OTAN ‘para apoyar su campaña en Afganistán.’ Otras dos bases de USA fueron construidas en Dalbandin y Pasni.Todo esto es sólo una pequeña parte de la vasta red de bases militares controladas por USA que Washington ha estado construyendo globalmente desde el así llamado fin de la Guerra Fría.Está quedando claro para gran parte del resto del mundo que Washington incluso podría estar instigando o provocando guerras o conflictos con naciones en todo el mundo, no sólo para controlar el petróleo, aunque el control estratégico del flujo global del petróleo ha estado al centro del Siglo USamericano desde los años veinte. Es el verdadero significado de lo que Vladimir Putin dijo en Munich. Dijo al mundo lo que éste no quería oír: “La nueva ropa del emperador” USamericano no existe. El emperador está vestido de la búsqueda desnuda del control militar global.A comienzos de los años noventa, al terminar la Guerra Fría, el gobierno de Yeltsin había solicitado a Washington una serie de reducciones mutuas del tamaño del arsenal de armas y misiles nucleares de cada superpotencia. Los arsenales nucleares rusos estaban envejeciendo y Moscú veía poca necesidad de seguir armado hasta sus dientes nucleares una vez que la Guerra Fría había terminado.Evidentemente Washington vio una oportunidad dorada para buscar la primacía nuclear, por primera vez desde los años cincuenta, cuando Rusia desarrolló por primera vez la capacidad de lanzamiento del Misil Balístico Intercontinental (ICBM) para su creciente arsenal de armas nucleares.La primacía nuclear es una política agresiva ofensiva. Significa que una superpotencia, USA, tendría la posibilidad de lanzar un Primer Ataque nuclear total contra las instalaciones nucleares de Rusia y destruir suficientes objetivos en el primer golpe, con lo que Rusia se vería discapacitada para realizar alguna represalia efectiva.Sin una amenaza verosímil de represalia, Rusia no tendría un disuasivo nuclear verosímil. Estaría a la merced del poder supremo. Nunca antes en la historia había parecido tan cercana la perspectiva de semejante poder supremo en las manos de una sola nación.Esta acción sigilosa del Pentágono hacia la Primacía Nuclear ha sido realizada, hasta ahora, en el máximo secreto, disfrazada en una retórica de “Asociación por la Paz” entre USA y Rusia. En lugar de aprovechar la oportunidad para retirarse del borde de la aniquilación nuclear después del fin de la Guerra Fría, Washington se ha orientado hacia la mejora de su arsenal nuclear, simultáneamente con la reducción de su cantidad.Mientras el resto del mundo seguía en choque por los eventos del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de Bush actuó unilateralmente para desgarrar sus anteriores obligaciones contractuales con Rusia de no construir una defensa contra misiles.El 13 de diciembre de 2001, el presidente Bush anunció que el gobierno de USA abandonaba unilateralmente el Tratado contra Misiles Balísticos (ABM) con Rusia, y comprometió 8.000 millones de dólares del presupuesto para 2002 para construir un sistema Nacional de Defensa de Misiles. Lo hizo aprobar por el Congreso, presentándolo como una acción para proteger el territorio de USA contra ataques terroristas delincuentes, de Estados que incluían a Corea del Norte e Iraq.El argumento delincuente era un fraude, una historia de fachada plausible diseñada para hacer pasar a hurtadillas el cambio de política sin debate, después del choque del 11 de septiembre. La revocación del Tratado ABM fue poco comprendida fuera de los círculos militares cualificados. En realidad, representaba el paso más peligroso tomado por USA hacia la guerra nuclear desde los años cincuenta. Washington iba rápido hacia el objetivo de la superioridad nuclear total en todo el globo: la Primacía Nuclear.Washington desmanteló sus altamente letales misiles MX en 2005. Pero eso engaña: Al mismo tiempo, mejoró significativamente sus restantes ICBM instalando las ojivas nucleares MX de alto rendimiento y vehículos de reingreso en sus ICBM Minuteman. El sistema de guía de los Minuteman ha sido mejorado para equiparar el de los desmantelados MX.El Pentágono comenzó a reemplazar los misiles balísticos anticuados en sus submarinos por misiles Trident II D-5 mucho más precisos, con nuevas ojivas nucleares de mayor rendimiento.La Armada transfirió más submarinos nucleares SSBN lanzadores de misiles balísticos al Pacífico para patrullar el punto ciego del radar de advertencia anticipada de Rusia así como para patrullar cerca de las costas de China. La Fuerza Aérea de USA completó el reacondicionamiento de sus bombarderos B-52 con misiles crucero con armas nucleares considerados invisibles para el radar de defensa aérea de Rusia. Una nueva electrónica de aviación aplicada a los bombarderos furtivos B-2 les dio la capacidad de volar a alturas extremadamente bajas evitando también la detección por radar.Una vasta cantidad de armas acumuladas no es necesaria para la proyección del nuevo poder global. Tecnología poco publicitada ha permitido que USA despliegue una fuerza nuclear de ataque ‘más sobria y más maligna.’ Un ejemplo es el exitoso programa de la Armada de mejorar la espoleta de las ojivas nucleares W-76 que se usan en la mayoría de los misiles lanzados por los submarinos de USA, lo que posibilita que alcancen objetivos muy duros tales como los silos de ICBM.Nadie ha presentado jamás evidencia verosímil de que Al Qaeda, Hamas, Hezbolá o alguna otra organización en la Lista Negra de Organizaciones Terroristas del Departamento de Estado posean misiles nucleares en silos subterráneos reforzados. Aparte de USA y tal vez Israel, sólo Rusia y en menor grado, China, los poseen en alguna cantidad.En 1991, en el supuesto fin de la Guerra Fría, en un gesto para reducir el peligro de un error de cálculo nuclear estratégico, se ordenó a la Fuerza Aérea de USA que sacara a su flota de bombardeos nucleares de la condición de Alerta Inmediata. Después de 2004 esto también ha cambiado.Una vez más, Conplan 8022 puso a los bombarderos de largo alcance B-52 y a otros bombarderos de la Fuerza Aérea de USA en la condición de ‘Alerta’. El comandante de la 8ª Fuerza Aérea declaró en la época, que sus bombarderos nucleares estaban ‘esencialmente en alerta para planificar y ejecutar Ataques Globales’ por cuenta del Comando Estratégico de USA o STRATCOM, basado en Omaha, Nebraska.Conplan 8022 incluía no sólo armas nucleares de largo alcance y convencionales lanzadas desde USA, sino también bombas nucleares y otras desplegadas en Europa, Japón y otros sitios. Concedió a USA lo que el Pentágono llamó el Ataque Global, la capacidad de atacar cualquier punto de la tierra o del cielo con una fuerza devastadora, nuclear así como convencional. Desde la orden de preparación de Rumsfeld en junio de 2004, el Comando Estratégico de USA se ha vanagloriado de que está listo para ejecutar un ataque en cualquier sitio de la tierra ‘en medio día o menos,’ desde el momento en que el presidente diera la orden.El 24 de enero de 2006, en el Financial Times de Londres, la embajadora de USA ante la OTAN, Victoria Nuland, ex asesora del vicepresidente Dick Cheney y esposa de un destacado halcón belicista neoconservador de Washington, declaró que USA quería una ‘fuerza militar globalmente desplegable’ que operaría por doquier – de África a Oriente Próximo y más allá.Incluiría a Japón y Australia así como a las naciones de la OTAN, agregó Nuland. ‘Es un animal (sic) totalmente diferente cuyo rol en última instancia dependerá de los deseos y aventuras de USA.’ ¿Dependiente de los deseos y las aventuras de USA? Son palabras que difícilmente ayudan a calmar considerando el historial del antiguo jefe de Nuland en la falsificación de inteligencia para justificar guerras en Iraq y otros sitios.Ahora bien, con el despliegue de una defensa de misiles aún más brutal, bajo Conplan 8022, USA tendría lo que los planificadores del Pentágono llamaron ‘dominación de escalada’ – la capacidad de ganar una guerra a cualquier nivel de violencia, incluyendo la guerra nuclear.Como argumentaron algunas mentes más sobrias, si Rusia y China reaccionaran ante estas acciones de USA, incluso con un mínimo de medidas de autoprotección, los riesgos de una conflagración nuclear global por error de cálculo aumentarían a niveles que van mucho más allá de cualesquiera que hayan sido vistos incluso durante la Crisis de Misiles en Cuba o en los días peligrosos de la Guerra Fría.La pesadilla de MackinderEn unos pocos años, Washington se las ha arreglado para crear la pesadilla del padre británico de la geopolítica, Sir Halford Mackinder, el guión horripilante temido por Zbigniew Brzezinski, Henry Kissinger y otros veteranos de la política exterior de la Guerra Fría de USA que estudiaron y comprendieron el cálculo del poder de Mackinder.La zona central y la masa continental de Eurasia, ricas en recursos y población, están creando vínculos económicos y militares mutuos por primera vez en la historia, un impulso que surge del papel cada vez más agresivo de Washington en el mundo.El impulsor de esta cooperación geopolítica europea emergente es obvio. China, con la mayor población del mundo y una economía que expande a más de un 10% por año, necesita urgentemente socios seguros que puedan garantizar su seguridad energética. Rusia, un Goliat energético, necesita mercados comerciales seguros independientes del control de Washington para desarrollar y reconstruir su economía debilitada. Esas necesidades complementarias forman la semilla cristalina de lo que Washington y los estrategas de USA definen como una nueva Guerra Fría, esta vez por la energía, sobre todo por el petróleo y el gas natural. El poderío militar es esta vez la divisa, igual que en la anterior Guerra Fría.Al llegar el año 2006 Moscú y Beijing habían decidido claramente la mejora de su cooperación con sus vecinos euroasiáticos. Ambos acordaron que convertirían una moribunda organización inarticulada que habían fundado conjuntamente en 2001, después de la crisis asiática de 1009, la Organización de Cooperación de Shangai o SCO. La SCO tenía miembros muy importantes, desde el punto de vista geopolítico. La SCO incluía a Kazajstán rico en petróleo, a Uzbekistán, Kirguistán y Tajikistán así como a China y Rusia. En 2006 Beijing y Moscú comenzaron a ver a la SCO como un contrapeso naciente ante una política del poder USamericana cada vez más arbitraria. La organización discutió proyectos de cooperación energética e incluso la defensa militar mutua.Las presiones de una política exterior USamericana cada vez más desesperada están imponiendo una improbable ‘coalición de los no dispuestos’ en toda Eurasia. Los potenciales de una tal cooperación euroasiática entre China, Kazajstán e Irán son bastante reales y obvios. El eslabón faltante, sin embargo, es la seguridad que la haría invulnerable, o casi, a la bravuconería de Washington y la OTAN. Sólo un poder sobre la tierra tiene la base nuclear y militar y el know-how para asegurarla – la Rusia de Vladimir Putin.El oso ruso afila sus dientes nucleares...No puede sorprender que el gobierno ruso reaccione cuando las tropas de la OTAN se aproximan sigilosamente a las fronteras rusas desde todos lados, los B-52 nucleares de USA y los submarinos SSBN son desplegados a sitios estratégicos en el perímetro de Rusia, Washington extiende su nuevo escudo de misiles de Groenlandia al Reino Unido, a Australia, Japón y ahora incluso a Polonia y la República Checa.Los planificadores de Washington pueden haber supuesto que porque el otrora poderoso Ejército Rojo era una carcasa de su antigua gloria, el estado de preparación de las fuerzas armadas rusas desde el fin de la Guerra Fría era ridículo.Pero Rusia nunca abandonó su principal triunfo – su fuerza estratégica nuclear.Durante todo el caos económico de los años de Yeltsin, Rusia nunca dejó de producir tecnología militar de punta.En mayo de 2003, unos meses después de que George Bush desgarrara unilateralmente el Tratado bilateral de Defensa Antimisiles con Moscú, invadiera Afganistán y bombardeara Bagdad hasta subyugarla, el presidente de Rusia presentó a la nación rusa un nuevo mensaje en su discurso anual sobre el Estado de la Unión.Putin habló por primera vez en público de la necesidad de modernizar el disuasivo nuclear de Rusia creando nuevos tipos de armas, ‘que garantizarán a largo plazo la capacidad de defensa de Rusia y sus aliados.’Como respuesta a la abrogación por el gobierno de Bush del Tratado ABM, y con su Start II, era previsible que Rusia dejara de retirar y destruir sus misiles SS-18 MIRVed. Start II había prevista la eliminación total de misiles de ojivas múltiples o MIRVed, por ambas partes para 2007.En esa ocasión Rusia comenzó a reconfigurar sus misiles SS-18 MIRV a fin de extender su vida útil hasta 2016. Los misiles SS-18 con carga completa tenían un alcance de 11.000 kilómetros. Además, cambió de frente los misiles nucleares móviles basados en rieles SS-24 M1.En su presupuesto 2003, el gobierno convirtió en una ‘prioridad’ el financiamiento de sus misiles de una sola ojiva SS-27 o Topol-M. Y el ministerio de defensa reanudó los lanzamientos de prueba de SS-27 y Topol-M.En diciembre de 2006, Putin dijo a periodistas rusos que el despliegue del sistema móvil ruso Topol-M de misiles balísticos intercontinentales era crucial para la seguridad nacional de Rusia. Sin nombrar la obvia amenaza USamericana, declaró: ‘El mantenimiento de un equilibrio estratégico significará que nuestras fuerzas de disuasivo estratégico podrán garantizar la neutralización de cualquier agresor potencial, no importa qué sistemas modernos de armas posea.’No cabía duda sobre en quién estaba pensando, y no se trataba de los habitantes de las cavernas de Al Qaeda en Tora Bora.El ministro ruso de defensa, Sergei Ivanov, anunció al mismo tiempo que los militares desplegarían otros 69 sistemas de misiles Topol-M basados en silos y móviles durante la década siguiente. Justo después de su discurso de Munich, Putin anunció que había nombrado a su antiguo amigo del KGB/FSB, Ivanov, como su primer vice-primer ministro supervisando toda la industria militar.El ministerio ruso de defensa informó que a partir de enero de 2006, Rusia poseía 927 vehículos de lanzamiento nuclear y 4.249 ojivas nucleares en comparación con 1.255 y 5.966 respectivamente de USA. No existen otras dos potencias sobre la faz de la tierra que lleguen siquiera a aproximarse a esas masivas capacidades de sobrecapacidad de exterminación. Fue el motivo, en última instancia, por el que toda la política exterior de USA, militar y económica, desde el fin de la Guerra Fría había tenido como objetivo final la total deconstrucción de Rusia como un Estado en funcionamiento.En abril de 2006, los militares rusos probaron el misil K65M-R, un nuevo misil diseñado para penetrar los sistemas de defensa contra misiles de USA. Formaba parte del ensayo y despliegue de una ojiva uniforme tanto para misiles basados en tierra como en el mar. El nuevo misil era hipersónico y capaz de cambiar la ruta de vuelo.Cuatro meses antes, Rusia ensayó con éxito su Bulava ICBM, una versión naval del Topol-M. Fue lanzado desde uno de sus submarinos de misiles balísticos de la clase Typhoon en el Mar Blanco, viajando 1.600 kilómetros antes de alcanzar con éxito un objetivo simulado en la Península Kamchatka. Los misiles Bulava han de ser instalados en submarinos nucleares rusos de la clase Borey a partir de 2008.Durante una inspección personal del primer regimiento de misiles balísticos intercontinentales móviles rusos Topol-M en diciembre de 2006, Putin dijo a reporteros que el despliegue de ICBM móviles Topol-M es crucial para la seguridad nacional de Rusia, declarando: ‘Éste es un paso significativo hacia la mejora de nuestras capacidades de defensa.’‘El mantenimiento de un equilibrio estratégico,’ continuó, ‘significará que nuestras fuerzas de disuasión estratégica podrán garantizar la neutralización de cualquier agresor potencial, no importa qué sistemas modernos de armas posea.’Obviamente Putin no pensaba en Francia cuando se refirió al anónimo ‘agresor.’ El presidente Putin había presentado personalmente al presidente francés, Chirac, una visita de una de las instalaciones de misiles de Rusia durante ese mes de enero, en la que Putin explicó los últimos adelantos en misiles rusos. ‘Sabe de lo que estoy hablando,’ dijo Putin a los reporteros posteriormente, refiriéndose a la comprensión de Chirac de la importancia del arma.Putin tampoco pensaba en Corea del Norte, China, Pakistán o India, ni en Gran Bretaña con su anticuada capacidad nuclear, ni siquiera en Israel. La única potencia que rodea a Rusia con armas de destrucción masiva es su antiguo enemigo de la Guerra Fría – USA.El comandante de las fuerzas de cohetes estratégicos de Rusia, general Nikolai Solovtsov, fue más explícito. Al comentar el exitoso ensayo del K65M-R en el área de pruebas de misiles de Kapustin Yar en abril pasado, declaró que los planes de USA para un sistema de defensa de misiles, ‘podrían afectar la estabilidad estratégica. La escala planificada del despliegue por USA de un... sistema de defensa de misiles es tan considerable que el temor de que podría tener un efecto negativo sobre los parámetros del potencial de disuasión nuclear de Rusia es bastante justificado.’ Para decirlo de modo simple, se refirió a la búsqueda abierta ahora por USA de la Dominación de Espectro Pleno: Primacía Nuclear.Se prepara un nuevo Apocalipsis. La orden del día militar unilateral de Washington ha provocado previsiblemente un importante esfuerzo de Rusia por defenderse. Las perspectivas de una conflagración nuclear global, por error de cálculo, aumentan de día en día. ¿En qué momento podría decidir un presidente USamericano, Dios nos libre, un ataque nuclear preventivo generalizado contra Rusia para impedir que Rusia reconstruya un estado de disuasión mutua?El nuevo Apocalipsis no es exactamente el Apocalipsis por el que oran los fanáticos cristianos de George Bush cuando sueñan con su Rapto. Es un Apocalipsis en el que Rusia y USA irradiarían el planeta y, tal vez, destruirían la civilización humana al hacerlo.Irónicamente, el petróleo, en el contexto de la fracasada guerra de Iraq de Washington y del alza de los precios del petróleo en el mundo después de 2003, ha posibilitado que Rusia inicie la dura tarea de reconstruir su economía derrumbada y sus capacidades militares. La Rusia de Putin ya no es una superpotencia que mendiga ante sus vecinos. Utiliza su arma del petróleo y reconstruye las nucleares.Los USA de Bush son una economía ahuecada, plagada de deudas, empeñada en utilizar su última carta: su vasto poder militar para fortalecer el dólar y su papel como la única superpotencia del mundo.Obviamente Putin ha comprendido que su nuevo ‘compañero en las oraciones,’ George W. Bush, tiene un gran punto negro que oculta los secretos de su corazón. Recuerda una popular balada de ‘country-and-eastern’ de la difunta Tammy Wynette: “Los vaqueros ya no tiran certeramente como solían hacerlo. Te miran a la cara y mienten con sus sombreros blancos puestos.’ Es ciertamente lo que sucede con el famoso vaquero de Crawford, Texas, en sus manejos con Vladimir Putin y el resto del mundo.